Tras
el fin de semana de reposo del tratamiento médico hoy lunes volvemos al hospital
de can Ruti. Llegar y besar el santo por partida doble:
entro en el aparato al momento y subo a la ambulancia a continuación, sin
esperar ni un minuto. De vuelta hemos de dejar a un paciente en Arenys de Mar,
que Salvador Espriu inmortalizó con su Ronda de mort
a Synera. La ambulancia se para a pocos metros de una imprenta.
Es
la imprenta donde se imprimieron clandestinamente los primeros bonos de Comisiones Obreras en un compromiso de pre afiliación.
Cinco duros valía cada uno. Era setiembre de 1976. De allí los sacamos el
compañero Tito Márquez y un servidor y, desde
Barcelona, se distribuyeron a toda España.
El
primer bono –todavía no lo llamábamos carnet— sirvió de vínculo entre aquel
conjunto asalariado que se declaraba, con su posesión y previo pago, amigo de
Comisiones Obreras, todavía no un sindicato, sino un movimiento. Los
principales distribuidores de aquel símbolo han muerto: Cipriano García y Tito Márquez. El primero de Santa Cruz de Mudela
(Ciudad Real), el segundo de Alcolea (Córdoba). Ambos fundadores de CC.OO. y
padres nobles de la izquierda.
En el muro de Facebook Isidor Boix, siempre atento a las novedades del
sindicalismo europeo, aparece una información de gran relieve, que ofrece Nueva
tribuna (1). Es la resolución de los sindicatos húngaros, polacos y checos
contra la decisión de sus respectivos gobiernos de torpedear los fondos europeos
contra la crisis que ha provocado el coronavirus. Así empieza la resolución: «Los sindicatos abajo firmantes de Chequia, Hungría y Polonia
expresamos nuestra más profunda preocupación por utilizar el argumento del
estado de derecho para bloquear el acuerdo sobre el futuro Marco Financiero
Multinacional (MFP) y el Plan de Recuperación.
» El estado de derecho no es un argumento político. Es un
fundamento sobre el que se basan nuestra democracia, los sindicatos y los
derechos de los trabajadores. Este es un pilar sin el cual nuestras sociedades,
economías y mercados laborales no pueden funcionar. Un principio que garantiza
la paz social y el diálogo social en nuestros países, Europa y el mundo».
Llamo la atención de la potencia de la siguiente frase: ´El
estado de derecho no es un argumento político. Es un fundamento sobre el que se
basan nuestra democracia, los sindicatos y los derechos de los trabajadores´.
De un lado, «fundamento»; de otro lado, lo inseparable de los derechos de los
trabajadores con la democracia. De ahí que tales organizaciones sean la china
que tienen en sus zapatos los dirigentes de esos países.
Pasando el faro de Calella y la cuesta, a la altura de Capaspre --que
recorría a diario un jovencísimo Paco Frutos con el
carro, tirado por los mulos, cargado de productos del campo para vender en el
Born de Barcelona-- me pongo a
considerar: seguramente la Confederación Europea de Sindicatos está apoyando a las organizaciones checa, húngara y polaca. Seguramente
iba estudiando alemán, una lengua que dominaba, aunque con acento de la playa
de Calella.
Post scriptum.--- «Lo primero es antes», era el consejo de don Venancio Sacristán.
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