viernes, 27 de noviembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (14)


 

Locura de masas en Buenos Aires y Nápoles ante la muerte de Maradona.  La pandemia se deja al lado y centenares de miles de personas se tiran a la calle. No diré nada sobre la enorme valía de este futbolista, que nos encandiló a todos. En todo caso, tengo la impresión que la histeria colectiva por la muerte de la estrella argentina no hace diferencia entre el deportista y el complicado hombre particular. Hasta ciertos sectores de la izquierda –permítanme la crueldad, la izquierda carajillera--  se han explayado glosando el izquierdismo de Maradona y sus relaciones con Fidel Casto, Chávez y Maduro. Como si esas amistades le dieran patente de corso y le justificaran las agresiones sexuales y la misoginia del genio. Estoy convencido que Dolores Ibárruri, Rosa Luxemburgo y Emma Goldman lo hubieran censurado con acritud. Siempre me extrañó que, por ejemplo, se pusiera verde a Plácido Domingo, otro genio, y, en cambio, se corriera un tupido velo sobre don Diego Armando. No, decididamente, no. Maradona no es mi compañero.

Por ello tiene una enorme importancia la actitud de las chicas del Boca Juniors que se negaron a participar en el homenaje al astro en marzo pasado. En Argentina, con lo que eso comportaba.

Locura colectiva. Doble locura: una, las muchedumbres enloquecidas en Buenos Aires y Nápoles, y en otras ciudades; dos, la veneración hacia un hombre maltratador y todas sus circunstancias.

Recuerdo la impresión que me produjo ver llorar a mi padre, Pepe López, al conocerse la muerte de Manolete en la plaza de toros de Linares. Ni siquiera pudo contenerse para evitarme esa tremenda impresión. Y yo --¿qué iba a hacer?--  romper a llorar porque pensé que Manolete era de la familia.

Mañana y pasado tengo recreo. Cielo encapotado en esta parte del Maresme: las nubes quieren llover, pero no se atreven.

 

Post scriptum.--- Saber los axiomas de Peano es útil. Conocer y aplicar la máxima de don Venancio Sacristán --«Lo primero es antes»-- es imprescindible.

 

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