sábado, 28 de noviembre de 2020

Madrid, corte y cortijo de los milagros


Ni en brazos de Enrique Jardiel Poncela, y ni siquiera bajo el poder de las uvas –dos situaciones distintas--  se hubiera sospechado la pirueta berlanguiana de los últimos días: Díaz Ayuso pone las bases procesistas de una política que consolide a Madrid como jardín fiscal frente a un Gabriel Rufián que, siguiendo los pasos de Miquel Roca i Junyent, plantea la armonización fiscal como política de Estado. Es una lástima que no tengamos a Tip y Coll entre nosotros, porque le hubieran sacado punta a este lápiz tan chocante.  

Ayuso agrede al resto de las comunidades autónomas, también a las gobernadas por el Partido Popular, con su jardín fiscal –seamos serios, todavía Madrid no es un paraíso fiscal— por lo que aquel malestar de tiempo atrás contra Cataluña se ha trasladado, hogaño, hacia Madrid. Y, comoquiera que aquí resolvemos las cuitas inter territoriales a base de dicharachos, es posible que pasemos a un lema como este: Madrid nos exprime.

Aznar --con su «España se ha roto»-- no podía prever que el sujeto destructor no fuera Cataluña. Ni que el procesismo fuera tan contagioso que afectara al macizo de la raza. (Esos procesismos tienen raíces profundas en el mundo del parné). Porque ahora quien intenta romper las cuadernas de la nave no es Cataluña, y no lo es –dígase sin pelos en la lengua— porque no puede. Ahora quien tiene la tea en la mano es Ayuso. Lo dicho, Jardiel Poncela. Por lo que si Vox estuviera al tanto quedaría como único albacea de esa sedicente ruptura de la herencia--España. Pero los de Abascal están absortos en las cosas de la finca Cantora y los litigios de Paquirrín con su madre, Pantoja, la ex viuda de España. Cantora como metáfora de España.

Jardiel Poncela, numen de ciertos acontecimientos domésticos, nos propone otra situación chusca: los de Rufián consideran que su aportación a los Presupuestos –importante, a mi entender— les supone beneficios para las próximas elecciones autonómicas; en cambio, Arrimadas entiende que apoyar las cuentas públicas les perjudica.

Atención a una novedad que algunos temen: ERC está buscando ser el pal i paller de Cataluña, la centralidad de aquella vieja Convergència pujolista. De ahí que haya encargado ropa nueva a medida centrista. Necesita el voto moderado, inquieta por las baladronadas esperpénticas de Waterloo y sus franquicias.

Más novedades: Arrimadas, que no apoyará las cuentas públicas, ha abandonado la mesa de negociaciones sin armar bronca. Es más, lo primero que ha hecho ha sido arremeter con los de Casado. Que cada cual lo interprete como lo mande su paladar, pero a un servidor le parece que esa marcha tranquila de las negociaciones merece una meditación sosegada.

Hacen mal esos sectores de la izquierda y sus proyecciones en el Gobierno propiciando que Ciudadanos se mantenga en el triángulo escaleno de la plaza de Colón. Si esa izquierda entiende que ello le favorece  es urgente su visita al oftalmólogo. Porque todo lo que sea consolidar el área de ese triángulo es inclinar la balanza hacia la derecha de secano y orinal. Oigan, no es un problema de sutileza sino de facilitarle las cosas a esa vieja dama que es doña Correlación de Fuerzas.

Lo dicho, Jardiel Poncela vuelve por sus fueros en plena pandemia.

Punto final: ¡qué bien se está en casa sin esperar a la ambulancia!

 

Post scriptum.--- Me imagino que saben ustedes quién cantaba «entre italiano y flamenco». Era de Sevilla y se llamaba Silverio. Don Venancio Sacristán era de Chinchón y dejó dicho: «Lo primero es antes».

  

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