Parecen
ya lejanos los tiempos de Madame
Lagarde al frente del Fondo Monetario Internacional. Su nueva titular, Kristalina Georgieva, está
intentando darle otro aire a la institución. Hoy ha aparecido en El País una
importante entrevista con ella (1). Refiriéndose a España ha declarado que «la
renta mínima es apropiada; tiene lógica hacerla permanente». Elegante, aunque
enérgica, desautorización de la pintoresca definición de ´paguita´ por parte de
la chusquera ultraderecha española. Sugiero a mis amigos, conocidos y saludados
que lean atentamente dicha entrevista y a sacar unas primeras conclusiones de los
elementos reformistas de las palabras de la señora Georgieva.
De
entrada, y con todas las precauciones habidas y por haber, estimo que se trata
de una interferencia en las políticas antiglobalizadoras de Trumpp, Boris Johnson y sus
seguidores plenamente declarados o a medio declarar. Veremos lo que da de sí la
presidencia de la Georgieva al frente del FMI. De momento, no se nos caen los
anillos de calificar como positiva.
Paradójicamente
no podemos decir lo mismo de las instituciones sindicales formalmente globales.
O incluso las europeas. En la gran crisis de 2008 se acentuó la parábola descendente
de esas instituciones que, en el mejor de los casos, han acabado siendo oficinas de
registro de los acontecimientos. Tres cuartos de lo mismo está sucediendo en
esta situación de pandemia. Por no hablar de su ausencia (sindicatus absconditus) en toda la terrible situación de Nissan. Lo chocante del caso es que, desde los
sindicatos nacionales, excepto Isidor Boix, no
aparece ninguna voz que indique que sus paraguas globales están sumamente deteriorados.
Desde el gran Emilio Gabaglio no hay chubasquero
que valga.
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