lunes, 1 de junio de 2020

Atención a los detalles del panorama político





Sigue la política española en estado de zahúrda. Casado casaseno mantiene el tono agrio y áspero, faltón y engreído, ordenando a Teo, aprendiz de sochantre, que, ni por pienso, se le ocurra decir o hacer nada con punto de vista fundamentado. Sigue, además, la tenaza que protagonizan el hombre de Marbella y el de Waterloo: hay que votar siempre en contra, incluso contra el teorema de Pitágoras.

Todo eso es verdad. Sin embargo, la mirada sería más completa si añadiésemos otros detalles no menos relevantes. Son esos pormenores en lo que por lo general no caen las almas chuchurrías, que siempre prefieren estar rodeadas de desgracias por todas las partes, menos por una que les une al nihilismo. Decidídamente, es cierto que se mantiene el zafrarrancho político. Pero no dejen de mirar más atentamente. Porque…

… están apareciendo ciertos fragmentos que interfieren modestamente el zafarrancho: la CEOE vuelve a la mesa de negociaciones de la agenda social. Una vez que ha demostrado su enfado la organización empresarial vuelve al lugar donde se ventila la solución –mejor dicho, la aproximación de la solución--  de los problemas. En los despachos de la calle Génova se mascullan palabras de recio grosor contra Antonio Garamendi. El imprudente Teo, aprendiz de sochantre, ha dicho –según fuentes aproximadamente fiables-- «¿Qué se puede esperar de un vascongado?».

Más pormenores: nos informan que dentro de Ciudadanos va calando la idea de concretar la excursión al centro. No será sin zigzags y meandros. Pero de hecho es el único –o casi el único--  viaje de Ciudadanos, una vez que el Partido Popular se está aproximando a marchas forzadas a Los Persas.

¿Optimismo de la voluntad? No. Se trata que la mirada abarque toda la pantalla. Algo así como la técnica de los cinéfilos que no se pierden ningún detalle. Que ven no sólo el movimiento más grueso, sino además aquel pormenor, aquel gesto –casi siempre sutil--  que no puede escaparse. Por ejemplo, cuando Peter Clemenza, uno de los lugartenientes de Vito Corleone, prepara unas albóndigas a la boloñesa y confiesa que el truco consiste en agregar una pizca de azúcar. Claro, El Padrino es Marlon Brando, pero Richard S. Castellano (Clemenza) es un portentoso detalle.



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