miércoles, 31 de octubre de 2018

Manicomio Cataluña




La foto: Pausa de media mañana en los Diálogos de la Cartuja. En Sevilla.


«Calamidad de los tiempos cuando los locos guían a los ciegos». Una frase rotunda que pronuncia el Conde de Glóster, uno de los personajes del Rey Lear en el cuarto acto. Y para ser más exactos diremos que un buen número de locos están guiando a otro no menor de ciegos. Pongamos que hablo nuevamente de Cataluña, de los locos y ciegos que tenemos por aquí.

Dos son los nuevos elementos que nos proporcionan los majaretas. Uno, la creación del Consell per la República; y dos, la fundación de un nuevo partido independentista, la Crida Nacional.  Puigdemont ya tiene su juguetería al completo.

El Consell per la República es una entidad privada y con jurisdicción belga. Lo forma la crema del soberanismo. Ustedes han leído bien: se trata de una entidad privada con jurisdicción belga. Realmente algo chocante. Ahora bien, huele a camelo eso de entidad privada, porque ayer mismo se presentó en el Palau de la Generalitat a bombo y platillo institucional. Bajo maza, podríamos decir.

Quiero llamar la atención sobre un detalle. Este Consell demuestra a las claras el fracaso de las rimbombantes «estructures d´Estat», que intentaban –nos decían candorosamente--  construir la república catalana desde abajo. Ante su imposibilidad han tomado el atajo de empezar la casa por el tejado.

La Crida es el enésimo intento de formar un bloque unitario del independentismo. Se ha construido, esencialmente, para que el hombre de Waterloo tenga su  propio instrumento político, controlado férreamente. Sea como fuere, la Crida muestra también el fracaso del independentismo político. Tiempos calamitosos porque, a buen seguro, determinados personajes son unas calamidades diplomadas.

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