sábado, 13 de octubre de 2018

¡Alerta, compañeros y compañeras!



A propósito de unos pronunciamientos sindicales sobre la contratación en terceros países de trabajadores para el campo


Escribe Isidor Boix

 A principios de este mes he visto en la página web de nuestra Federación de CCOO-Industria dos notas[1] que, con matices no idénticos, abordan la contratación en terceros países de trabajadores para el campo. “Sobre” o “contra” tal contratación, para mí una cuestión pendiente, importante sin duda, sobre todo en su traducción en la práctica sindical. Una nota es un planteamiento más general, otra se plantea en relación con Almería, una provincia con el 22,54% de paro y para la que, se nos informa, la organización patronal COAG propone traer un contingente de 4.000 personas de otros países (“en origen”).

Suscribo plenamente la denuncia que en ellas se hace de las precarias condiciones de trabajo en el campo y la exigencia de condiciones de trabajo dignas. También la exigencia de que se siga el procedimiento legal, que se cumpla con plena transparencia la legislación laboral y de inmigración (independientemente de las evidentes mejoras que precisa) para tal contratación.

Pero me preocupa mucho el apunte en ellas sobre la contratación “en origen”, sobre todo la afirmación de que “antes” de recurrir a tal contratación hay que “estimular el empleo de la población autóctona”. Me recuerda demasiado los planteamientos que estamos viendo en diversos países de “primero los nuestros”, de los que tenemos ya aquí algunas expresiones en algunos ámbitos de la vida colectiva social y política. Me recuerda también una dramática experiencia sindical, desgraciadamente no la única, en las refinerías inglesas de Lindsay, donde surgió el grito, que incluso hizo suyo el primer ministro Gordon Brown, de “empleo británico para trabajadores británicos”, y que llevó a graves enfrentamientos entre trabajadores británicos y otros italianos contratados por la empresa de refino.

Nuestro planteamiento sindical puede alentar actitudes xenófobas entre nuestros compañeros, entre los trabajadores del campo, los de las zonas afectadas, pues parece señalar una alternativa, y confrontación, en el empleo: “o ellos o nosotros”, o “nosotros primero”. Y alentar las afirmaciones de que “nos quitan …”. Es decir, podría llevar, entiendo que llevaría, a considerar que la primera confrontación que se plantea es entre dos grupos de trabajadores.    

Creo que hay que plantear el problema de otra forma. Pues existe ciertamente un problema, un  problema de empleo y de condiciones de trabajo. Un mismo problema, aunque afecte de formas no idénticas, para los trabajadores autóctonos y para los contratados en origen. Y, si se trata de un mismo problema, deberíamos encontrar una misma respuesta, que uniera a los dos grupos de trabajadores, que sumara fuerzas.

Y me atrevo a hacer alguna sugerencia.

El eje debería ser la igualdad de derechos de TODOS los trabajadores. Sin esperar a que la legislación (española y europea) lo recogiera, aunque hay que reivindicarlo también, debería plantearse como objetivo sindical prioritario que el convenio sectorial (subrayo lo de sectorial) de aplicación lo estableciera con claridad. Que concretara que las condiciones de salario, jornada, salud y seguridad, no discriminación, prevención de todas las formas de acoso, …, fueran de directa e igual aplicación a todos los trabajadores, independientemente de sus formas de contratación, con expresa inclusión de los trabajadores contratados “en origen”[2] en la aplicación de la igualdad efectiva. Y que tal contratación, así como las condiciones de trabajo de los así contratados, se hiciera con absoluta transparencia y, para ello, sometida al conocimiento de los representantes de los trabajadores autóctonos y de los contratados en origen. La igualdad de derechos, su plena y efectiva aplicación, insisto, es la mejor garantía para la necesaria igualdad de todas las condiciones de trabajo.

Tal iniciativa debería ir acompañada de una más estrecha coordinación con el sindicalismo de los países “de origen” para su participación en la iniciativa y propuestas sindicales, para que aportaran la necesaria perspectiva, su propia perspectiva, desde tales países. Y también para hacer extensivo el conocimiento de los planteamientos sindicales, sus resultados y las reivindicaciones pendientes, a los trabajadores así contratados, para que éstos supieran de sus condiciones de trabajo convencionales y legales, y de la acción sindical en marcha. Para lograr la imprescindible coordinación de la permanente acción sindical orientada a asegurar su adecuado y mejor cumplimiento, y para incorporarlos a esta acción sindical, así como a su periódica renegociación.

Ha sido ésta la primera ocasión en que ha llegado a mi conocimiento este tipo de problemática sindical. Probablemente no sea la primera en que objetivamente se plantea, pero es evidente que no se han producido hasta ahora en España demasiados síntomas de este evidente riesgo, y epidemia, de la xenofobia como epidemia en los países del Norte geográfico y social. Pero si entendemos el riesgo que deriva de los planteamientos del “nosotros antes”, y desarrollamos la necesaria iniciativa sindical al respecto, mejor nos irá, allí y en todas partes, pues se trata de una enfermedad muy contagiosa.

En resumen, hay que evitar todas las propuestas que llevan a situar a unos trabajadores “contra” otros, o “antes” que otros. Hay que conseguir la necesaria unidad contra las formas de explotación del trabajo en el campo, para una mejora solidaria de las condiciones de vida y de trabajo de todos.






[2] Salvando todas las distancias, sería útil recordar la evolución en la negociación colectiva y en la legislación de la equiparación salarial y de condiciones de los trabajadores de las ETT
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