lunes, 22 de octubre de 2018

Quo vadis, Comunes?


Los Comunes son una organización un tanto chocante. Cada dos por tres se ve zarandeada por la presentación de manifiestos, un ejercicio al que recurren los primeros espadas de sus diversas facciones. En principio diremos que los manifiestos que se han publicado hasta la presente tienen poca cosa en común. Hace meses el grupo federalista hizo conocer sus opiniones; ahora son los soberanistas quienes hacen su puesta de largo. Los unos y los otros convivían civilizadamente, aparados ambos por la ambigüedad del grupo dirigente, que siempre hizo mangas y capirotes para que el agua no se saliera de madre. Tal vez sea esa constante equivocidad la que llevó al profesor Xavier Doménech a dejar el timón de la nave. Ahora todo se aguanta –o parece aguantarse--  por la mano de Ada Colau.

No creo que se rompa la organización. Al menos por ahora. Por una razón: el sector federalista, nutrido por gente que ha vivido mil batallas, sabe por experiencia propia, el significado de las rupturas que en su universo han sido. En cada una de ellas han salido derrotados y, peor aún, divididos. No habrá ruptura, tal vez. Pero el manifiesto soberanista les pone muy difícil la convivencia, porque ahora, tras su publicación, adquiere carta de naturaleza pública.

Por lo demás, ¿tiene consistencia, recorrido y solvencia una organización donde un grupo dice pitos y otro flautas? Y no precisamente en quisicosas sino en lo que corresponde a la madre del cordero?

El sector soberanista ha optado por la política de campanario. El gori gori de sus campanas está tocando a muerto.




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