martes, 4 de septiembre de 2018

Quim Torra en su púlpito




Hoy predica Quim Torra, el presidente demediado, en el Teatre Nacional de Catalunya. Su sermón anunciará las cabañuelas, que en el Norte llaman témporas, de las temperaturas de los próximos meses. Un sermón, elaborado a cuatro manos, desde el palacete de Waterloo. En todo caso, como es de rigor en estos asuntos, se han dado a conocer los ejes centrales. Sabemos, pues, que la función principal de la que se desprenden las diversas variables es: «tenemos la mayoría social en Cataluña». Una postverdad como una casa de payés. O, si se quiere, algo tan falso como los famosos duros sevillanos de antaño. O, por mejor decir, un dogma que, como tal, no se discute.

Torra repetirá hasta la afonía que «irá hasta el final» y que «no acatará las sentencias del Tribunal», referentes a los juicios pendientes de los políticos presos. Dos afirmaciones que no se compadecen con ningún proceso de negociación. Ahora bien, «ir hasta el final» es una intención que puede disfrazarse de lagarterana. No ocurre lo mismo con la solemne declaración de no respetar las sentencias. Que sea una decisión alocada no impide que su anuncio intente ser llevado a cabo. Digo que ´intente´, no que se consume. Sea como fuere, la cosa se pone más que fea. En todo caso, estamos ante el más puro y duro aventurerismo político. Lo mejor, así las cosas, es esperar lo que se dice y leer el texto del sermón con calma. 

Chocante: el Palmar de Troya disfrazado de Teatre Nacional de Catalunya. 

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