Parece
que Carles Puigdemont no
tiene ya tanta prisa. Y, aunque remota, cabe la posibilidad de que el hombre de
Waterloo siente la cabeza. Partimos del siguiente dato: el caballero ha
publicado un libro, La crisi catalana.
Escolta Europa, donde afirma cachazudamente que «está dispuesto a una
negociación sin calendario ni agenda». Mañana sale a la venta.
El
hombre de Waterloo ha dado un golpe de timón y pronto sabremos la reacción de
sus parciales. Ya no hay tanta prisa. Posiblemente una parte de la explicación
esté en la relativa proximidad de las elecciones municipales, especialmente las
de la Gran Barcelona. Tal vez tema quedar emparedado entre Colau y Manuel Valls
o, quizá, esté pendiente de la capacidad de arrastre de sus íntimos enemigos, la gente de Esquerra Republicana de Catalunya.
Sea como fuere, de Waterloo parecen
venir nuevos aires. Más de espera y flema.
Ahora
bien, un libro de esas características –en forma de diálogo con un
periodista-- no se hace en un santiamén.
Es laborioso. Como mínimo es un trabajo de varios meses. Pues bien,
precisamente durante ese tiempo los abundantes mensajes de tuiter y sus
comparecencias en plasma se han destacado precisamente por lo contrario: la
prisa y la bronca. Con lo que se mezclaba el vinagre con la zarzaparrilla. Por
la mañana, tenemos prisa; por la tarde declaraba al periodista su disposición a
negociar sin calendario ni agenda. Como mínimo podemos pensar en cierta
similitud entre el doctor Jekyll y mister Hyde.
Primera
conclusión provisional: no valen las palabras del hombre de Waterloo, solamente
los hechos. Estos, y sólo estos, indicarán si hay golpe de timón o cháchara de
baratillo.
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