miércoles, 19 de septiembre de 2018

Cataluña: la independencia es cosa de 20 o 30 años



O el hombre de Waterloo no tiene ya tanta prisa o sus células grises siguen en estado de latencia. Hasta hace bien poco el primer mandamiento de las Tablas de Carles Puigdemont era el de “tenim pressa”. Tenemos prisa para conseguir la república catalana, y a tal objetivo se dedicó toda la talabartería doméstica e internacional. El primer mandamiento –justo es reconocerlo--  caló en lo más hondo de centenares de miles de catalanes que, a su vez, empezaron a tener prisa, mucha prisa, una prisa espasmódica. Y paa ello se puso en marcha una línea de intervención múltiple en clara sintonía entre el gobierno catalán y diversas asociaciones.

Sin embargo, ahora Carles Puigdemont, desde el palacete de Waterloo –seguimos sin saber quién y cómo se costea--  ha declarado a un periódico belga que “la independencia de Cataluña es cosa de diez o veinte años”. De la prisa, por lo que se ve, se ha pasado a la cachaza, a una envidiable flema británica. Tal vez, Puigdemont se haya inspirado en el celebérrimo tango de “veinte años son nada”, que solo es una licencia poética, como elemento de tranquilidad y apaciguamiento emocional de sus devotos. Es una pachorra que no se compadece con el carácter intranquilo del anarquista. Porque, así ha sido definido un rapsoda al hombre de Waterloo. Poca puntería y, por mejor decir, es un insulto a Anselmo Lorenzo, padre noble del anarquismo español. Poca puntería y, probablemente, una de las muchas consecuencias del fracaso escolar.

Pues bien, nos encontramos ante un dogma sobrevenido del independentismo: es cosa de 20 o 30 años. Lo que nos lleva a preguntarnos de qué manera el hombre de Waterloo elabora su perspectiva. Tal vez a salto de mata o a golpe de tuiter. Y, por supuesto, vale la pena conocer cómo ha recibido la crédula feligresía el quiebro de Puigdemont.  Extra Waterloo nulla salus. 



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