miércoles, 26 de septiembre de 2018

Albert Rivera, cándido al por mayor





La batalla electoral de las elecciones municipales en Barcelona ha entrado en una nueva fase. Ayer Manuel Valls presentó su candidatura para la alcaldía de la casa gran. Es una novedad que ya hemos analizado en anteriores escritos en este mismo blog. En todo caso, debemos añadir lo siguiente: esas elecciones van más allá del marco municipal. El panorama político catalán está añadiendo una serie de variables que, en cierta medida, desvirtúan el carácter municipal de dicha contienda, que parece ser entendida como un pretexto para el gran litigio del conflicto político. Así están las cosas, desgraciadamente.

En todo caso, como ya hemos indicado es la novedad que provoca Manuel Valls, que deja las aguas del Sena por las del Besós. Ayer solemnizó su decisión. Llamamos la atención, no obstante, de que nadie de la plana mayor de Ciudadanos acudió a dicho acto. ¿Tirón de orejas de los de Rivera a su candidato? Eso es lo que parece.

Veamos: Rivera marchó a París y trató de convencer a Valls de que era su opción en la batalla de Barcelona. Ciudadanos entendió que la respuesta era positiva y echaron las campanas al vuelo. Pero Valls, fogueado por la política versallesca, ideó su propia carta de navegación. Y, matizando su discurso, lanzó a los cuatro vientos que: se presentaría a los comicios con una lista «de ciudad», sin la cobertura oficial de los partidos --esto es, sin la guía de Ciudadanos--  con sus recursos propios, con un programa y una lista de personalidades, elaborados por su plana mayor. 

Así las cosas, Ciudadanos queda como un instrumento meramente ancilar del alcaldable. Para más inri Valls se presenta como un exponente del catalanismo cultural, lo que, en buena medida, es nombrar la bicha en casa de Rivera. No cabe duda que Ciudadanos no ha gestionado bien –o al menos como lo esperaba— el trasvase del Sena al Besós. En definitiva, la sigla de Ciudadanos no aparecerá en la batalla de la gran Barcelona. Lo que tiene una importancia de primer orden: quien no está en primera plana, no existe. Un resbalón que no perdona la mercadotecnia electoral. Se entiende, pues, el regomello de Ciudadanos y su ausencia del inicio de campaña. Y, finalmente, se supone que Rivera ha descubierto que Talleyrand es un hueso duro de roer. Rivera o la sancta simplicitas.



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