jueves, 14 de marzo de 2019

La deleznable moral de Elsa Artadi y Cía




Gandhi, Mandela, Martin Luther King y ahora Anna Frank. En distintas ocasiones el independentismo catalán se ha comparado con estas personalidades. Ahora le ha tocado el turno a Elsa Artadi, mano derecha de Quim Torra.

Primero se refirieron a Gandhi, algunos sospechamos que eran delirios de grandeza. Después lo hicieron con Mandela, entonces nos dijimos que esa gente está loca de atar. Más tarde se compararon con Luther King, entonces caímos en la cuenta de que nuestras sospechas tenían fundamento. Ahora, esa joven bitonga, Elsa Artadi, establece la comparación con Anna Frank.  Nunca el sector Waterloo había llegado tan lejos en su obscenidad.  La obscenidad como prolongación de esa política por otros medios. La reacción de la Embajada israelí no ha tardado ni cinco minutos en censurar de manera contundente: «es una vergüenza». 

Obscenidad doble: por el hecho mismo de la comparación tan deleznable y porque de ella se hace desprender que quienes nos aponemos al independentismo somos los nazis que persiguieron a Anna y su pueblo.

Por lo demás, ¿cómo se explica este despropósito, este uso espúreo del independentismo? Porque el procés ha entrado  en una fase de descomposición convirtiéndose en un tropel desvertebrado de acontecimientos sin ninguna relación eficazcon los objetivos finales; por el nerviosismo que provocan las fugas de dirigentes del PDeCAT; por el conflicto con la Junta Electoral Central, que ha ordenado la retirada de los lazos amarillos de los edificios públicos; por la pérdida de amistades como el PNV, especialmente tras el sonado rifirrafe entre el Gobierno Vasco y el hombre de Waterloo, quien acusó a Urkullu de no decir «toda la verdad» en las testificales del juicio en el Tribunal Supremo. Es curioso, además, la extraña habilidad de Waterloo en hacer amistades: llamar mentiroso a Urkullu no parece lo más aconsejable. Chocar con el gobierno de Israel tampoco es práctico. Son demasiados conflictos.

Definitivamente, al sector Waterloo sólo le queda compararse con Jesús de Nazaret, que murió en la cruz por la remisión de los pecados de quienes se opondrian al independentismo.  Tiempo al tiempo.



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