martes, 26 de marzo de 2019

Pablo Iglesias y los medios de comunicación




«Con mi sangre no te metas, de mi sangre hablo yo», se decía antiguamente. Entiendo que este apotegma viene a cuento con motivo de las críticas que le han llovido a Pablo Iglesias el Joven.  Como es bien sabido, el dirigente de Podemos ha puesto de chupa de dómine a los mass media. Como aves precursores de primavera ciertos periodistas de adarga y estoque han saltado al ataque con la vieja militancia de cartón piedra.

¿De dónde viene la zahúrda? Viene de unas reiteradas declaraciones de Iglesias atacando duramente a los «poderes fácticos» de los amos de las cadenas de medios de comunicación. He seguido pacientemente las noticias de los astros de la comunicación –periodistas, tertulianos y demás ganaderías— y, a decir verdad, no encuentro ningún cogotazo de Iglesias a dichos personajes. La enemistad de Iglesias iba dirigida –lo diremos tantas veces como haga falta--  al poder omnímodo de la «propiedad» de los medios. De manera que la lectura que se ha hecho ha sido interesadamente sesgada.

¿Por qué determinados periodistas han reaccionado de esa manera? Tal vez, porque en el fondo, consideren que, al igual que el Estado tiene el monopolio de la violencia institucional,  ellos tienen el monopolio de la crítica. Por lo que el «cuarto poder» quiere sentirse simultáneamente juez, fiscal y abogado defensor. Arte y parte, para entendernos. Por lo que, cuando alguien le saca los colores a la profesión, ésta se revuelve con estajanovismo corporativo. 

«Yo prefiero periódicos sin gobiernos que gobiernos sin periódicos», dijo en su momento Thomas Jefferson. Una divisa que se ha repetido ad nauseam. Lo que tal vez el prócer norteamericano no cayó en la cuenta es que, de esa manera --«periódicos sin gobierno»--  se abría la puerta  a un poder no elegido, que camparía por sus intereses. Jefferson tendría que haber matizado más su constructo. El joven Orson Wells lo vio claro en su Ciudadano Kane.  

No soy sospechoso de elogios a Pablo Iglesias. Pero esta vez ha dicho las «verdades del barquero». Que, por sabidas, no se repiten aquí. Ahora bien, me permito una sugerencia al dirigente de Podemos. Esta es: procura no meterte en ciertos charcos durante el periodo electoral. Los medios –como la santa Iglesia católica, apostólica y romana--  tienen la piel muy fina. Pablo, aunque digas que los números primos son infinitos (como demostró Euclides)  habrá mayorales de algunas ganaderías que intentarán tocarte lo que no suena.

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