sábado, 28 de diciembre de 2019

¡Viva León, España y la Humanidad!




No se trata de una inocentada, es el signo de los tiempos. Que según unos son líquidos, en opinión de otros gaseosos y, por lo general, tiempos de grandes contagios. El Ayuntamiento de la ciudad de León ha aprobado una moción en la que se reclama que los leoneses se separen de la vieja Castilla. O sea, León libre. Un concejal de Podemos, Nicanor Pastrana, recuperando las energías de la reina Urraca de Zamora, ha gritado «¡Viva León, España y la Humanidad!», esto es, la amalgama de la aldea, la nación madre y lo global. Un grito que se disfraza de internacionalismo para no infundir sospechas de aldeanismo.

Son tiempos de proliferación de campanarios, de nacionalismos de pedregal, de experimentos de gaseosa con dinamita. De exaltación del propio pesebre y demonización del abrevadero del vecino. Y como cada quídam  que se separa necesita justificar los orígenes de su epopeya  itinerante pronto veremos a un determinado plantel de escribas sentados loar las glorias, reales o inventadas, de sus ancestros; pronto veremos la aparición o reaparición de viejos símbolos  (banderas, estandartes, escudos y otras quincallas)  desde los tiempos de Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Bellido. Y, definitivamente, pronto veremos –primero en susurros, después en voz alta— nuevas confrontaciones con la Vieja Castilla. Por supuesto, el victimismo que no falte. ¿Qué sería de los que se quieren separar sin una ración de cuarto y mitad de victimismo? Pronto aparecerá, no lo duden.

Avisamos a los leoneses de una advertencia de Jared Diamond: «Hay demasiados británicos añorando un pasado mejor, lo que les lleva a un futuro peor».  (En la foto, Doña Urraca) 



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