El
sainerpento es un subgénero teatral (mitad sainete, mitad esperpento) que hinca sus reales en los cuarteles de la política.
Durante estos últimos días se ha representado un sainerpento, cuyo desarrollo damos
a conocer muy gustosamente.
Acto Primero
La
comisión negociadora PSOE – Esquerra Republicana de Catalunya se reunió ayer
por la noche en secreto en Barcelona. Lo afirma La Vanguardia. Objetivo:
preparar la reunión de hoy entre ambas delegaciones. Chocante. Efectivamente,
hoy vuelven a verse las caras también de manera un poco chocante: el encuentro
se ha hecho público, pero no se informa del lugar donde se realiza. El motivo
es el siguiente: no quieren darle cuatro cuartos al pregonero de los CDR; estos
podrían amargarles el encuentro. En el lenguaje politológicamente fino de su
capo squadra, el hombre de Waterloo, montarles un pollo.
Entiendo
la prudencia de los negociadores en aras a la eficacia. Pero en segunda
derivada el mensaje que envía el primer
partido de España y el primero de Cataluña es que están condicionados por el
matonismo de correaje y polainas de los CDR.
Acto Segundo
Dos
encuentros en Waterloo, en el palacete financiado con dineros de origen
desconocido. Quim Torra deja su habitual holganza para asistir al sinedrio de
la fracción mayoritaria de los post post post convergentes (o sea, Junts per
Cat). Los temas principales que trataron:
la situación del partido –un conjunto de ruidos sin melodía reconocible-- y una novedad, a saber, proclamar al
inquilino de la casa «candidato permanente» a la presidencia de la Generalitat.
Lo que es un aviso en toda regla a ERC. O mejor dicho, le mojan la oreja a los
republicanos.
Acto Tercero
La
televisión catalana tiene un programa que se llama Preguntes freqüents. El otro día apareció en pantalla el antiguo
portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados Joan Puigcercós, hombre de cuajo bronco y de firma
fácil. Tiempos de pactos cómodos con Zapatero.
Algo
se traerá entre manos TV3 sacando del congelador a Puigcercós, que llevaba años
en retiro monacal. El caballero protagoniza el momento culminante del programa
cuando afirma: «España aguanta uno, dos,
tres, cien muertos, no tienen complejos, tienen muy claro a lo que van, y van a
asustar, a atemorizar». Donde se constata que quien
no usa la estridencia no tiene cabida en ese plató. Ahora bien, bien mirado el
asunto, podemos decir: Puigcercós intenta acusar de extremísima crueldad ´a España´. Pero, a la vez, nótese fríamente,
la consecuencia del mensaje de este caballero –ayer manejable a Zapatero, hoy aparentemente
esquivo a Pedro Sánchez-- es: «Ojo, no
juguéis con el Estado. No se anda con chiquitas. Recordad lo que decía el
Medicis famoso, que el Estado no se gobierna rezando padrenuestros. De modo que yo también tuve que pactar».
Y Puigcercós, ya con gramática parda sobrevenida, volvió al congelador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario