Veremos
qué consecuencias jurídicas tiene la decisión del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea sobre el caso Junqueras
y también iremos viendo sus efectos colaterales con otras personas tanto en
prisión como los fugados de la Justicia española. En todo caso, tengo claro lo
siguiente: nadie debería leer la sentencia y sacar como conclusión la ruptura de
las negociaciones PSOE y ERC para la investidura y pacto de legislatura. Los
peligros de hacerlo siguen pendientes. La primera consideración es la
siguiente: España debe aplicar a rajatabla la sentencia del Tribunal, lo que
comportaría evitar cualquier intento de recurso o zascandileo, que complicaría
mucho más las cosas. Prudencia y temple.
La
segunda consideración es eminentemente política. Entiendo que ERC hace
rematadamente mal suspendiendo las negociaciones para la investidura hasta que –ponen
como condición-- el gobierno de Pedro
Sánchez valore la sentencia y, se supone, apriete las tuercas (no se sabe bien
a quién) para que Junqueras salga en libertad.
ERC
no puede correr el riesgo de impedir la investidura y provocar, en consecuencia,
una nueva convocatoria de elecciones generales. De hecho los máximos dirigentes
del partido están calentando la situación en vez de establecer la separación
entre la sentencia y las negociaciones. Ese grupo dirigente --apretado por babor
por sus juventudes y por estribor por sus senectudes y rodeado por todos los
sitios por Waterloo y sus franquicias--
no tiene el cuajo suficiente para enfrentarse a la situación y ejercer de
pedagogo de su militancia. Salvando las diferencias hace de Jeremy Corbyn que ante el
brexit exige que su partido, el Labour, sea neutral.
ERC
puede llevarnos a la catástrofe. No es pesimismo, sino la constatación de lo
que parecen querer los dirigentes republicanos. Unas nuevas elecciones tendrían
unos resultados imprevisibles. Toquemos madera, pues. Mientras tanto, las derechas de orinal han empezado a afilar los cuchillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario