viernes, 6 de diciembre de 2019

¿Está en crisis la monarquía, Pablo Iglesias?




«Creo que la monarquía no está en crisis, y lo dice un republicano», ha dicho sin tartajear Pablo Iglesias el Joven. Droga dura como mínimo. Se hace notar que Iglesias ha introducido una cautela («lo dice un republicano») recurriendo a la picardía del padre de la prensa del corazón, Jaime Peñafiel, quien granadinamente manifestaba que él no era monárquico sino juancarlista.

El auditorio, todavía no repuesto, oyó el complemento: «Sentó bien en Cataluña, aunque no todos lo reconozcan, escuchar a Leonor, que aspira a ser jefa del Estado, hablando en perfecto catalán. Ya ves tú, no es para tanto. No creo que la hayan tenido que adoctrinar en una escuela catalana» (1). No se trata, en absoluto, de un bulo, de eso que los pijos llaman ahora new fake. Es –en verdad, en verdad os digo— el mismísimo Pablo Iglesias el Joven.

Hablando en plata: el primer dirigente de Podemos ha sacado del Infierno al Régimen del 78; allí lo envió y, de paso, a la monarquía. Disgusto de Alberto Garzón, desagrado en las corrientes anticapitalistas de la coalición y, sobre todo, sorpresa en las extremidades del universo podemita.  (No menor que las tres perplejidades que provocó Santiago Carrillo: meter en el horno crematorio la dictadura del proletariado, el cambio de bandera y el degüello ideológico de Lenin). En suma, lo que demonizó el acné ideológico de Iglesias en su mocedad, lo santifica el mismo Iglesias en su madurez.

Lo diré sin florituras: nada que objetar a lo manifestado por Pablo Iglesias. Ni siquiera le diré la chabacanería de ´bienvenido al club´. Tan sólo dos observaciones: una, no es edificante el uso del fogonazo como substituto de la pedagogía; Iglesias debe una explicación sobre el particular. Por mí, puede ahorrarse la vulgar e hipócrita técnica de la autocrítica.

Apostilla.--  Esta sorpresa es, muy posiblemente, el inicio de otras que vendrán, andando el tiempo. 

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