jueves, 26 de septiembre de 2019

Quim Torra o cuando el sabotaje es cosa de «ciudadanos comprometidos»


Quim Torra pone su ideología por encima de la Ley. Esta visión extremadamente autoritaria tiene unas arcaizantes raíces religiosas. Es decir, el independentismo en la visión de Waterloo y adláteres  casa perfectamente con los teologúmenos (verdades enunciadas contenidas en la divina revelación) dogmáticos de todas las iglesias de ayer, hoy y quién sabe si de mañana. Esa divina revelación es la que hace decir a Torra que los recientemente detenidos en Sabadell son «ciudadanos comprometidos».

Hace tiempo que venimos comentando que en el movimiento independentista se hospeda una serie de grupúsculos que han dejado de practicar la «revolución de las sonrisas» y las formas de no-violencia. Aunque  minoritarios todavía, no son infrecuentes los gritos de reivindicación de Terra Lliure, la ETA chica de Cataluña, en las manifestaciones organizadas por diversos grupúsculos.  A ellos se dirigió ese Torra: «apreteu, apreteu». Resultado: donde manda patrón, no manda marinero».

Nueve son los detenidos de Sabadell. La policía les ha encontrado material explosivo; algunos de ellos han reconocido en Comisaría que no pretendían organizar actos de terrorismo sino de «sabotaje». Conocida la noticia de las detenciones empezaron las reacciones de apoyo a los detenidos. Como hemos dicho, Torra no sólo les apoyó sino que institucionalmente los legitimó. Legitimó también el material explosivo y sus hipotéticas consecuencias si se hubieran llevado a cabo dichos sabotajes.

Debo dejar claro que no tengo los conocimientos jurídicos para dilucidar si los detenidos preparaban una campaña de terrorismo o de sabotaje. Lo que sí parece de cajón es que el material encontrado no se compadece con las «sonrisas», ni con el pacifismo que se le atribuye a todo el movimiento independentista. Recalco, a todo. El cuerpo pacífico de ese movimiento hace tiempo que tiene algunos garbanzos negros no irrelevantes. Garbanzos con dinamita.

Lo nuevo ahora es que hay un sector determinado que comprende, justifica y simpatiza con, de momento, la preparación de sabotajes, y que pone por encima de la Ley la ideología del independentismo. La ideología como deformación mental de la realidad. Lo más nuevo es que, desde el Gobierno de Torra, se les incita a que «aprieten» y, tras ello, a premiarles con la distinción de ciudadanos comprometidos. Unos planteamientos que provienen de la descomposición del árbol post convergente.

Cataluña se ha convertido en una enorme zahúrda. La descomposición es tal que está a punto de aparecer un nuevo putiferio político: las conversaciones entre Artur Mas y aquel funambulista de Dante Fachín para ver si se concreta una alianza política. Sería un revoltillo entre Corrientes 348 y La Santa Espina.  

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