domingo, 29 de septiembre de 2019

La CUP en Madrid, castillo famoso



La CUP ha decidido participar en las próximas elecciones generales. Se trata, por un lado, de una corrección en regla de sus planteamientos tradicionales y, de otro lado, expresa algo chocante. Chocante, aunque quizá lo más apropiado sería decir estrambótico.

La CUP, no obstante, tiene la misma paradoja que el resto de las diversas congregaciones independentistas. Justamente el otro día presentaron una resolución en el Parlament en la que se llamaba a la «desobediencia civil e institucional», aprobada con los votos del resto de los grupos secesionistas. Así, pues, ¿casa el llamamiento a la desobediencia civil e institucional con la participación en las elecciones del Estado al que se dirige dicha desobediencia? Estrambótico. Por lo demás, no menor sorpresa causa el objetivo que esta congregación se ha planteado en los próximos comicios. Nada menos que «impedir la gobernabilidad  del Estado». Sorprende porque teníamos entendido que una organización que se autocalifica de anticapitalista debería aspirar a otros objetivo más radicales. Pero, por otra parte, levantamos acta del candor de la CUP, que entiende que el enfrentamiento con el Estado se hace rezando padrenuestros independentistas.

Con todo, la decisión de presentarse a las elecciones, que le habrá sentado como un tiro al resto del independentismo (especialmente a los post post post  convergentes, sector Armani), si logran representación en el Parlamento, puede provocar novedades en la CUP. De entrada, si se quitan las legañas de los ojos, sabrán qué es, exactamente, el Estado, que no tiene nada de libresco. Y –me apuesto lo que sea--  a que la participación en Madrid les acarreará matices, contrastes y enfrentamientos en el grupo dirigente de la formación llamada anticapitalista. Porque en Madrid hay que hacer política o aparentarlo. Quedarse en la salmodia de las jaculatorias provoca bien el ridículo, bien la irrelevancia. 

Por lo demás, obtenga o no representación parlamentaria algo positivo tendrá la decisión de la CUP: mayor división del independentismo y un incremento del consumo de agua de Carabaña en la orden mendicante de Waterloo.



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