jueves, 19 de septiembre de 2019

Izquierdas, oigan al profesor Baylos



Afirma Antonio Baylos: «No resulta muy sugerente discutir sobre quien es el culpable del desencuentro, ni tampoco cuál es el peso relativo de la culpa de cada cual. Todos tenemos nuestras preferencias y las podremos justificar con toda suerte de detalles. Pero lo que es evidente es que ambas fuerzas políticas, en diferente grado desde luego, han incurrido en una gran irresponsabilidad al no ser capaces de afirmar un campo de encuentro en el que se asentaran líneas centrales de cambio social y de reforma en coherencia con lo que los electores habíamos votado en abril». No pido excusas por la amplitud de la cita porque habría sido de mala educación cortar la palabra al profesor Baylos.

La sugerencia de Baylos tiene a mi entender no sólo sabiduría política sino también, y especialmente, pedagogía: no se  enzarcen  en el zafarrancho de quién es la culpa, ni siquiera del peso relativo de la misma que tiene cada cual. Mirando en lontananza diremos que el peso (y el peso relativo) es pura filfa. Seguramente, muy importante para los muy cafeteros, carajilleros de grado medio y secuaces de estados mayores peristálticos. Pero totalmente irrelevante y, sobre todo, ineficaz para –tras el fracaso de la no investidura--  mantener el tipo en la cuesta de Sísifo. Que tiene un peralte que no puede solucionar ninguna izquierda por separado: ni la presuntuosa mayoritaria, ni la excesivamente quisquillosa minoritaria.

El alegato de Antonio Baylos es principalmente útil –hemos dicho también necesario--  como antídoto contra el recurrente intento de suicidio de las izquierdas, esto es, mantener la confrontación hasta que no quede piedra sobre piedra. (Que es cosa sabida por los que estamos en primero de Trentin). La alternativa a la sugerencia de Baylos es el absurdo grito de las izquierdas de «que viene el lobo» y,  a continuación,  seguir como si nada, como si viniera Caperucita Roja.

Y ahora, ¿qué? Pues depende: si las izquierdas son amigas del viejo Aristipo --«Yo me he presentado ante vosotros no para unirme a vuestro dolor, sino para ponerle fin»--  deberían aplicarse al cuento. Pero si lo que quieren es repetir ad nauseam la actual experiencia deberían seguir dándose leña hasta que el mono hable inglés. Queda claro que la opción de Aristipo se desprende del consejo de Antonio Baylos. De regadío. Pura luz. Dura lux, sed lux.


Iaquier

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