lunes, 24 de mayo de 2021

Siguen con el hacha a media altura


 

El gasolinero de cabecera del independentismo catalán, vecindario político de Junts per Cat, es Joan Canadell, un pintoresco empresario que, de la noche a la mañana, ha adquirido una cierta nombradía. Su principal característica es que se trata de uno tío echao p´alante. (Es una especie hoy abundante en Cataluña compensando lustros de sobriedad y austeridad aparentemente calvinista).  Siempre se le había adscrito a la cáfila de los más exaltados y –ahora con ciertos matices— no defrauda a sus más allegados.

La otra noche en TV3 mostró su más acrisolada bipolaridad mental. De un lado, aplaude el pacto de gobierno entre ERC y Junts; de otro lado, sigue con el hacha en la mano proponiendo destrozos al por mayor y detall.

Este Canadell necesita un cierto periodo de sosiego para que sus negocios –de gasolineras--  levanten el vuelo. La caja requiere un tiempo para hacer negocio. Ahora bien, el mentado gasolinero sabe que el cuerpo le pide a una considerable parte de la audiencia televisiva más de lo de siempre. Por lo tanto, para más adelante –afirma desparpajadamente—volveremos a la declaración unilateral de independencia. Dentro de año y medio o algo así. Y como a él mismo el cuerpo le pide más madera recuerda que Irlanda consiguió la independencia con muertes y toda la pesca. Telepatía con aquel amortizado Toni Comín que, tiempo ha, dijo tres cuartos de lo mismo: de los cristianos fundamentalistas también nos guarde Dios. Canadell y Comín, los penúltimos macabeos de Cataluña.

Pues bien, la otra línea paralela del contexto nos dice: «Madrid tiene el doble de trabajadores en banca y seguros que Barcelona y en total Madrid desde 2009 gana empleos mientras que en Cataluña se pierde un 20 por ciento».

Y lo peor es que Aragonès García sigue enviando dobles mensajes a la economía: gestión pragmática, con la mano diestra; culminar la independencia con la siniestra mano. Con el hacha a media altura y en diferido. 

 

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