lunes, 17 de mayo de 2021

La juventud se nos va


 

Lean con detenimiento el reportaje de La Vanguardia de hoy –página 6— titulado «La juventud  europea se derechiza». Se trata de un breve estudio bastante serio. En todo caso, entiendo que en realidad el problema de fondo no es sólo que la juventud se haya derechizado o se esté derechizando sino que se ha marchado –tal vez, definitivamente de la política. Lo curioso del caso es que no hace tantos años protagonizó un resurgir de la política en España con el 15 M y en otros países como Egipto y Argelia. Poco rescoldo queda de aquello.

Nuestro principal problema no es el paro, ni la corrupción. El primer problema que tenemos es la situación de la juventud. Los jóvenes lo perciben con un presente a trancas y barrancas, un mañana incierto y un futuro inquietante. Y sin embargo la política ha tiempo que enmudeció sobre ese particular. Ni siquiera las ´ramas juveniles´ de las organizaciones saben nada en concreto. Esas juventudes están a la espera  de que se vaya llenando el vertedero de los escombros políticos para ir cubriendo el escalafón. Mientras tanto, en la franja de edad de 18 a 34 años se opta por inscribirse en la derecha. De manera que la ausencia del problema de la juventud oscurece la política general que se haga.

De entrada, me parece a mí, las derechas tienen un lenguaje para la juventud; las izquierdas, sin embargo, están rotundamente silentes, por lo que ni quieren saber ni desean contestar. Y comoquiera que nadie –o yo no lo he sabido encontrar— opina sobre ello, tengo la impertinente pretensión de apuntar los siguientes rasgos que provocan que la juventud esté hecha unos zorros.

Primero. El tránsito del fordismo a la sociedad informacional se ha producido sobre la base de profundísimas desigualdades sociales, salarios basura y trabajos precarios a cascoporro, que ha golpeado salvajemente a la juventud. Las izquierdas han descuidado esa situación.

Segundo. Los continuos planes de estudio han provocado una desorientación en el profesorado y en los alumnos: nadie tenía asegurado que lo diseñado por el Ministerio durara una temporada. Para rematar la cuestión, la faena  más tremenda fue la eliminación de la asignatura de la Filosofía: aprender esa disciplina ha sido considerado por la política (en su conjunto) como una baratija.

Tercero. La revolución conservadora –dispensen el oxímoron--  de finales del siglo pasado envió a la izquierda a los balates de las carreteras. Solo en momentos puntuales levantó la cabeza.

Corrijan y enmienden lo dicho, maticen lo que gusten y, si lo prefieren, tírenlo a la basura, pero investiguen, hagan tanteos y aproxímense al problema.

 

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