jueves, 31 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (36)


 

Noche, todavía cerrada, desde el trayecto de Pineda de Marx a Mataró de Joan Peiró.

La noticia se extendió velozmente: Salvador Illa, el hombre tranquilo, encabezará la lista de los socialistas catalanes para las elecciones autonómicas del 14 de Febrero.

La cosa tiene su importancia: de un lado, rompe el monopolio que circunscribe el debate entre Esquerra Republicana de Catalunya y el partido de Waterloo; de otro lado, hace saltar con un fuerte blinco al PSC, sentado en la chaise longue.  Por lo demás, Illa ha cosechado una notable popularidad por su gestión contra la pandemia. En consecuencia, puede ser un revulsivo. De momento lo es, que es cosa de agradecer ante las noticias de Radio Macuto del peligro de una muy elevada abstención.  

Que Illa amenaza el monopolio independentista y la modorra de la oposición lo demuestra el hecho de cómo ha sido recibida su candidatura. Las derechas –Waterloo, Ciudadanos y el PP--  han echado toxicidad por sus colmillos retorcíos . De momento, ERC ha dado una respuesta elegante. Atención, pues, a ese dato por lo que pueda representar o querer decir.  

Son chocantes los regüeldos de las derechas. Acusan a Illa de irresponsable por dejar el Ministerio de Sanidad en plena pandemia. Curiosa lógica, que rivaliza en casuística con los dicharachos de Fray Gerundio de Campazas, fraile remendón imaginado en el siglo XVIII por el padre Isla.  Pero ¿no habían dicho que Illa era un inútil rematado? Memoria flaca la de estos zotes.

Pero la cosa no quedará ahí. La bronca contra Illa arreciará y no será uno sólo quien acuse al candidato socialista de haber creado él –y no los chinos— el coronavirus. La derecha es ansí. Lo creerán los necesitados de alimentos caco—espirituales.

La ambulancia se para en Mataró. Noche cerrada todavía  que me impide reconocer en qué barrio estamos. Le pregunto al paciente, una vez instalado en el sillón, en qué parte de la ciudad estamos. Su respuesta avinagrada: «Esto es la antigua Rocafonda, que ahora se llama Rocamora, porque está llena de inmigrantes moros, que se han hecho los dueños». Habla con un fortísimo acento del Sur. Le doy un grito que espanta al conductor: «No procede, caballero. Es usted un mentecato racista». (Es el único incidente que he tenido en estos treinta y seis viajes de casa a can Ruti).  

Hasta nunca Dos mil veinte, ni se te ocurra volver.

El día 4 del nuevo año volverá la ambulancia y ya me quedarán sólo tres viajes.

 

Post scriptum.--- En Santa Fe teníamos un anciano cura, don Salvador, que desde el púlpito exclamaba: «¡Que llueva, pero que sea parejo!», un deseo igualitario. Me gusta esa intención. Pero donde se ponga aquello de «Lo primero es antes», que se quite todo lo demás. La decía don Venancio Sacristán.  

     

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