domingo, 4 de agosto de 2019

Locos guiando a ciegos




La Asamblea Nacional de Cataluña es el  eslabón más oxidado del independentismo. En el otrora potente movimiento de masas se ha puesto el Sol. Se diría que ha entrado en un acelerado proceso de entropía, que pone de los nervios a su cápsula dirigente. No es sólo el cansancio de no pocos de sus activistas o el hartazgo de muchos de sus militantes que observan que el movimiento se ha convertido en una noria. Es la constatación, que no pueden confesar, de la imposibilidad de sus objetivos y, por tanto, del fracaso de sus tácticas políticas. Doble fracaso, pues: el del misticismo de su ideario y del aldeanismo de sus instrumentos.

Lo peor: la ANC ha pasado de ser un instrumento de unidad a enfrentamiento en el interior del independentismo, especialmente contra los partidos políticos. En resumidas cuentas: la ANC se ha convertido en un contenedor de proximidad de la más loquinaria antipolítica. Lo que son las cosas: hasta el hombre de Waterloo ha tenido que llamarle la atención a la ANC.  Algo de esto anticipó Shakesperare: los locos guiando a los ciegos.

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