Cuatro
dirigentes independentistas de adscripción post convergente, actualmente
presos, que están siendo juzgados por el Tribunal Supremo, han abierto la
campaña electoral de su formación política con un importante artículo colectivo
en La Vanguardia. Hubiéramos deseado que
lo hicieran en libertad, coram populo,
pero así están las cosas. Hablamos de los cabezas de lista Jordi Sánchez, Jordi Turull, Josep Rull y Joaquim Forn. El artículo
se titula “Por el desbloqueo sin cheques en blanco” (1).
El
artículo tiene, como mandan los cánones, una entrada que despierta el mayor
interés. Sea. «Digámoslo claro de
entrada: acabar con el bloqueo de la política española que todo lo paraliza es
nuestro objetivo y la razón principal para encabezar las listas del 29 de
Abril». Es un íncipit atrayente. Nos barruntamos que el primer redactor es
Jordi Sánchez que, en otras ocasiones, se ha expresado de esa manera.
Políticamente
tiene su lógica: cualquier oferta política tiene su condición, a saber, que no
hay cheques en blanco. O, lo que es lo mismo, que debe negociarse. Ahí es donde
el artículo pierde gas, toda vez que no aparece concreción alguna de la
cantidad y cualidad del cheque. A
saber, qué y cómo negociar. En todo caso, también es lógico que en campaña
electoral los silencios sean considerados como parte de lo que se intenta
decir. No dar cuatro cuartos al pregonero está dentro del libro de estilo de la
sintaxis electoral. Estos cuatro dirigentes independentistas deben cubrir, al
menos, dos frentes para guardarse las espaldas. De un lado, la mano que aprieta
desde Esquerra Republicana
de Catalunya; de otro lado, la mano que ahoga desde Waterloo, que es la
más influyente.
Veamos,
lo que se quiere decir --«acabar con el bloqueo de la política española»-- choca abruptamente con Waterloo y sus amigos,
conocidos y saludados. Porque la relación morganática entre Puigdemont y Torra va en otra
dirección. No se trata de una presunción sino de lo que ambos personajes han
venido declarando, tras su fracaso al no poder impedir que saliera adelante la
moción de censura a Mariano
Rajoy. Y, más todavía, tras la eliminación de las listas electorales de
quienes la facilitaron. Es la mano que ahoga cualquier posibilidad de apaño
para desbloquear el problema. En definitiva, hasta que, desde las filas post
convergentes, no se diga «hasta aquí hemos llegado» no se podrá indiciar un
itinerario que provoque una discontinuidad cierta.
Mientras
tanto, se hablará con el lenguaje del abanico. Es una colección de signos muy
sugerentes. Por ejemplo, cubrirse los ojos con el abanico abierto, significa "Te
quiero". Pero si se cubre el rostro indica "Cuidado, nos vigilan”.
Mientras se siga hablando de esta guisa por parte de los cuatro se mantendrá
este grotesco sarao. En todo caso,
sépase que el lenguaje del abanico no tiene nada que ver con lo de cortar el bacalao. Con todo, no seremos nosotros quienes neguemos la importancia del artículo y de las novedades que contiene.
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