sábado, 6 de abril de 2019

El conflicto como energía electoral y la movilización del sentido común




Nota. Publicamos la intervención de José Luis Atienza en las “Jornadas Diálogo Cataluña – Andalucía” en la sesión de ayer por la tarde. Atienza es una de las cabezas visibles del sector Federalista de los Comunes. 


José Luis ATIENZA

Son tiempos revueltos, de revolución del catalanismo del peix al cove, hemos pasado del pájaro en mano al ciento volando del populismo unilateral, y del pensamiento neoliberal mesetario al populismo nacional de extrema derecha. Catalunya-España, vuelven las grandes palabras y los grandes principios, que siempre anuncian tormenta. Patria, libertad, democracia y derechos, los unos en digital, los otros en analógico, derecho a la autodeterminación - derecho a un estado unitario, democracia 1 de Octubre - democracia 155 vitalicio, más libertad de expresión - más libertad y menos Estado, la senyera estelada-la bandera con el toro. Saltarse la Constitución para tener una Catalunya sin España, o tapiarla para conseguir una España sin autonomías.  

El diálogo en la actual meteorología política y electoral es un objetivo muy difícil. Para darse un diálogo constructivo sería necesario tener una verdad compartida. Hay “verdades” entrecomilladas particulares enfrentadas entre sí, que ponen cualquier verdad en tela de juicio. A la verdad le acostumbra a pasar en política como a la alegría, que va por barrios, aunque en el conflicto catalán se le llame relato.  Relatos contrapuestos que confrontan lecturas que se parecen como la noche al día, que han hecho perder al conjunto de la sociedad catalana y española una parte de las verdades compartidas que dan cohesión colectiva a una comunidad.

Eso se hace evidente en los titulares de los periódicos del juicio que, con raras excepciones, son como partes de guerra de bandos distintos, como propaganda bélica de naciones enfrentadas, como la pelea a garrotazos de Goya en tipografía. Las verdades no brillan, están en zona de sombra y se enturbian con la luz del juicio.

Sin embargo a ratos se transparenta una verdad incómoda.  Una verdad que podría reconciliarnos con una realidad donde todos nos sintamos vencedores y también vencidos.
No obstante, seamos conscientes, esa verdad, precisamente por ser pacificadora, no cotiza en bolsa. Vivimos tiempo en que la prudencia es cobardía y traición, y la imprudencia patriotismo, banderas en balcones y renta electoral.

El conflicto es el alimento goloso del voto. Como explicaba Enric Juliana en Sevilla se ha encontrado un nuevo yacimiento de petróleo electoral, el fracking de consensos y derechos, de anticonstitucionalismo explícito independentista y de contrarreforma implícita del bloque nacional de derechas, puesto que sus autodenominados constitucionalistas quieren atar, amordazar y momificar la constitución. 

La transformación del bipartidismo imperfecto en pentapartidismo inestable nos instala en el electoralismo permanente, en el gobierno y en la oposición. Únicamente una erosión perceptible de las fuerzas políticas que extraen rentas electorales del conflicto favorecerá el diálogo. Mientras tanto, se trata de mantener nuestros diálogos Andalucía Catalunya, y viceversa, como puente permanente abierto a la circulación de las ideas y a la movilización del sentido común. Una movilización imprescindible en España en general y en Catalunya en particular porque el conflicto se está llevando por delante el catalanismo transversal que teñía todo el arco parlamentario y los consensos sociales que nos cohesionaban como país.

Un amigo tiene un hermano discapacitado que va a un centro especial, donde una compañera castellanoparlante que le hablaba siempre en catalán ahora le habla en castellano. ¿Por qué no me hablas en catalán?, le preguntó. Porque yo no soy independentista, le respondió.


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