miércoles, 20 de marzo de 2019

Torra se la pasa por la cruz de los pantalones


Se dice que la ley es igual para todos. Pero no está escrito que se aplique por igual para todos. Parto, pues, de la diferencia en este caso entre la teoría y la práctica. Porque la separación entre lo uno y lo otro hace que la ley sea papel mojado. Hay ejemplos para dar y vender, pero en este caso vamos a hablar de un asunto concreto: la desobediencia militante de Quim Torra a la ley en lo atinente a los lazos amarillos.

Dijimos ayer que al procés sólo le quedan los gestos.  O más bien los aspavientos de quién no sabe o no puede reorientar la situación. Al procés solo le queda la farfolla de la gesticulación. Lo que me lleva a intuir que, además de agitadores irredentos, ponen al descubierto la desnudez de su ignorancia política.

Veamos: la Junta Electoral Central ha ordenado que se retiren de los edificios públicos de la Generalitat toda la simbología partidaria en esta fase de elecciones. A saber, lazos amarillos, estelades y demás.  A Torra le entra por un oído y le sale por el otro. Su primera reacción es un sonoro corte de mangas. Vence el plazo dado por la Junta. Torra hace una pirueta y recurre a la Sindicatura de Greuges (para entendernos, el Defensor del Pueblo): Rafael Ribó. Pero, precavido el caballero ante la posibilidad de que cada consejería le contradiga, afirma que cada institución haga lo que crea conveniente. Con buen criterio, la Consejería de Empresa (curioso nombre, vive Dios) aplica la orden de la Junta Electoral Central.

Primera consideración: ¿qué pinta Ribó en esta historia? Absolutamente nada. Y a su provecta y fecunda edad creemos que lo sabe de sobras.

Segunda consideración: Torra se pasa por la cruz de los pantalones la decisión de la Junta Electoral Central. Que, de manera cachazuda, aplica la ley de la monotonía matemática. La ley es igual para todos desde un servidor hasta ese melancólico presidente de la Generalitat. Pero si yo mismo me sobrepaso con él no lo duden ustedes que ipso facto se me cae el pelo.


Siempre hemos defendido la paciencia y la práctica de no caer en las provocaciones. Sin embargo, cuando se pasa de castaño oscuro no se puede ir con contemplaciones. Con proporcionalidad, por supuesto. Pero evitando el espectáculo bochornoso de escindir la ley de su justa aplicación.  

No hay comentarios: