Pablo Casado,
extremista diplomado, se está vengando de los Tribunales de Justicia. Sus recientes palabras sobre el terrible 11
de Marzo van, por inquietantes, en esa dirección. Hasta la presente nadie de su
partido le ha llamado la atención.
Enric Juliana decía el otro día que el actual ruido
estridente –político y mediático-- que
estamos sufriendo tiene su origen más directo en la zahúrda que organizó el
Partido Popular cuando José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones. Juliana tiene buena memoria. Aznar se esforzó,
presionando a diestro y siniestro, en convencer a la opinión pública --primero a los directores de los periódicos y
después a las cancillerías europeas de que la autoría del terrible atentado era
cosa de ETA. No coló. El PP perdió las elecciones generales y, a
continuación, puso en marcha una caballuna operación de descrédito del PSOE.
Más tarde, los Tribunales –la Audiencia Nacional y el Supremo-- sentenciaron que fueron los yihadistas los
autores del atentado. Lo que sentó fatal a Aznar
y a la sala de mando de su partido. El hombre de las Azores continuó erre que
erre en sus teorías, inasequible al desaliento. Más tarde los reveses que
sufrió el PP en los tribunales fueron espectaculares y continuos. Jueces había
en Madrid.
Ayer
Casado, extremista diplomado, vuelve a la carga: «Hay que llegar a la verdad».
O sea, se mantiene la impugnación a las sentencias de los Tribunales. Casado,
extremista diplomado, retoma la memoria Aznar –de tal palo tal astilla-- y vuelve por sus fueros a la teoría de la
conspiración. Pero hay algo más: el atolondrado
extremista recoge el desafío de Vox
que, en pleno homenaje a las víctimas, ayer mismo, regüelda así: «Hay que conocer
la verdad; lo que hay es un pacto para engañarnos a todos».
Casado,
extremista diplomado, sale a la palestra y se pone al lado de Vox frente a los
Tribunales. Dios los cría y ellos se juntan, decíamos antiguamente. El monopolio de la calumnia no puede estar en
otras manos que las de Casado, definitivamente extremista diplomado. Forraje
para la campaña electoral.
Nota bene.-- La foto representa un fragmento del cuadro La
calumnia, de Sandro
Boticelli.
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