La
juventud –humano tesoro-- ha vuelto a
llenar las plazas en las ciudades más importantes de España. Y en unas mil seiscientas
ciudades del mundo. Nuestros jóvenes han participado en la primera huelga estudiantil
global exigiendo a los poderes que actúen en consecuencia en esta situación de
«emergencia climática».
Esta
acción colectiva se ha producido en España cuando la cuestión medioambiental es
más grave cada día que pasa y no aparece en las preocupaciones de las fuerzas
políticas con o sin campaña electoral por medio. Es más, tengo la percepción de
que ciertas organizaciones que se habían proclamado ecologistas han ido desfigurando
ese carácter en los últimos tiempos.
Los
jóvenes nuevamente se han tirado a la calle. Constato la novedad de que la
mayoría de las entrevistas televisivas han sido protagonizadas por muchachas.
Pasión militantemente razonada en todas ellas. Ha sido una jornada global que
contrasta con el aldeanismo de secano de las fuerzas políticas que no salen de
sus preocupaciones de campanario.
Es
chocante que, cuando se fortalece el negacionismo del cambio climático, las
fuerzas políticas no digan nada sobre el particular. Un negacionismo, que fue acompañado de chirigotas por parte de Mariano Rajoy que según
afirmó, con evidente falsedad, estaba asesorado por «su primo», catedrático de Ciudad
Real. Un negacionismo que, en estos momentos, viene avalado por Trump, que se confronta con
la opinión muy mayoritaria de los científicos. La política, por lo general, no
acompaña debidamente al mundo de la ciencia.
Es
chocante que, cuando el mundo tiende a convertirse en un estercolero en tierra,
mar y aire, el combate político haya decaído y las fuerzas políticas
ecologistas estén durmiendo una siesta inquietante. Por todo ello es de la
mayor importante la movilización juvenil –en España y el mundo entero-- de estos días. Nuevamente se produce lo de
siempre: cuando las fuerzas políticas siguen sus rutinas, surgen los
movimientos de manera autónoma. Por ello hemos visto a esa juventud en flor
exigiendo el «mecanismo de freno», --o "frenos de emergencia"-- que reclamó en su día Walter Benjamin. Recordemos que Benjamin fue uno de los pocos marxistas en los años anteriores al 1945
en proponer una crítica radical del concepto de «explotación de la naturaleza»
y de la relación «asesina» de la civilización con la naturaleza. La política no
le escuchó.
Posdata.-- Me permito una sugerencia, que hizo
en su momento Bruno Trentin que tampoco fue escuchado. Cada
año debería realizarse una sesión parlamentaria sobre el Estado ecológico. Con
una radiografía fidedigna del problema y propuestas de obligado cumplimiento.
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