sábado, 8 de diciembre de 2018

Esta Constitución de «cínicos y carceleros»




El pinturesco diputado Gabriel Rufián ha declarado en Mataró que "quienes están celebrando los 40 años de la farsa de la Constitución y el artículo 155 son unos cínicos y unos carceleros". Comoquiera que un servidor ha celebrado la Constitución, e incluso ha brindado por ella, debo ser un cínico y un carcelero. Son palabras que se destinan a la feligresía en este carrusel místico de la política, entendida como exhibición de pijos pret-à-porter. 

Ahora bien, en mi caso –y en el de muchos que conozco--  no soy un cínico. Nunca me fueron simpáticos Diógenes y sus correligionarios.  Me tengo por un modesto seguidor de los epicúreos. Gente seria en su tiempo. Naturalmente, Rufián no sabe de qué estoy hablando pues lo suyo bebe en las fuentes de aquel celebérrimo Marcial Lafuente Estefanía. Tampoco soy un carcelero, aunque en mis años mozos sufrí las consecuencias de tenerlos muy cerca. En suma, el pinturesco Rufián va flojo de remos a la hora de relacionar celebración de la Constitución con los cínicos y los carceleros.

En geometría un fractal es un objeto cuya estructura se repite a diferentes escalas. Es decir, por mucho que nos acerquemos o alejemos del objeto, observaremos siempre la misma estructura. Por analogía no estamos lejos si definimos a Rufián como un fractal: su estructura verbosa se repite a troche y moche, aplicándola exactamente igual a un barrido que a un cosido. La única lógica es que quepa en tuiter. De modo que podemos sacar una primera conclusión provisional: que el procés haya fracasado es debido en parte a que su bla bla bla sólo es apto para tuiter. Nada que ver con los cínicos ni con los epicúreos. 

Alzo mi copa: Viva la Constitución. 




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