domingo, 3 de junio de 2018

Matones multiusos




La octavilla de los llamados Comités de Defensa de la República contra el acto que ha convocado un grupo de dirigentes sindicales para mañana lunes dará mucho que hablar. Nos hemos referido a él en nuestra entrada de ayer,  Los CDR contra los trabajadores (1). Mantenemos lo dicho. Y proponemos nuevas consideraciones sobre el particular.

 

Primero.— El sindicalismo confederal catalán debe rechazar de plano la acusación abrupta de los CDR contra una serie de destacados miembros, a quienes se les ha calificado de fascistas. Más concretamente, UGT de Cataluña debe responder inequívocamente pues tan descerebrada acusación se ha vertido contra su Presidente, Matías Carnero. Carnero es, además, el presidente del Comité de empresa de SEAT Martorell. A decir verdad, no se entendería que el sindicalismo tuviera un prudente silencio sobre ello. No es sólo la dignidad del cargo de presidente lo que ha sido injuriado sino el carácter del sindicalismo confederal. Por cierto, el hombre de Berlín y sus franquicias siguen en estado silente. En esta ocasión la mano compulsiva de Puigdemont está de dedos caídos en tuiter.

 

Segundo.— Los CDR son la organización explícita de los allegados al hombre de Berlín que tiene bula para llevar a la práctica lo que todavía no pueden hacer dichos círculos. Los vicarios de Berlín hacen clandestinamente, con la mano izquierda, lo que todavía no se atreven hacer con la mano derecha y a la luz pública. Por ejemplo, el matonismo, que intenta amedrentar con violencia a organizaciones y sindicalistas de larga tradición democrática. Me imagino el sufrimiento personal de mi amigo Manolo Zaguirre que fue, durante muchos años, primera figura del sindicalismo de la Unión Sindical Obrera, decisivo en la construcción de la Central Sindical Mundial, otro de los oradores del acto de mañana en las Cotxeres de Sants. Y del resto de compañeros y amigos. 

 

La acción de los CDR es la eliminación de la política mediante los métodos violentos del escuadrismo, las camisas amarillas. Que, con esa octavilla, elevan la puntería contra el sector del independentismo, considerado pragmático –ERC y el PDeCat— dirigiendo la palabra «fascismo» a troche y moche a los extraños y «traición» a una considerable fracción del independentismo.

 

Ahora bien, ¿a quién se traiciona? Por supuesto a Cataluña. A la Cataluña fantasmal de los círculos de Berlín y sus franquicias. Ellos decidieron ponerle la proa a la investidura de Pedro Sánchez. Fracasaron. Se opusieron porque les valía más la certeza del empantanamiento con Rajoy que la hipótesis –ha leído usted hipótesis--  de un gradual desbloqueo de la situación. Prefieren Cataluña como casus belli a la Cataluña de decirse «buenos días» con naturalidad. Que sería una de las micro soluciones de  Coscubiela.

 

En resumidas cuentas, matonismo multiusos.


(1)https://lopezbulla.blogspot.com/2018/06/los-cdr-contra-los-trabajadores.html

 




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