lunes, 25 de junio de 2018

El barroco como técnica política del independentismo



1.--  El Papa Ratzinger tenía hilo directo con el Espíritu Santo. Por eso, cuando dijo que «no existía el Infierno» todos lo tomamos como una indicación de la Santa Paloma. Sin embargo, a nadie se le ocurrió pedir explicaciones a los padres de la Iglesia por la engañifa que, a lo largo de los siglos, habían significado los males y las torturas de tan terrible lugar. Ni hubo catarsis en el mester de clerecía, ni sacudidas por tan insólita revelación del Más Allá. Las palabras de Ratzinger se tomaron como si hubiera dicho que «a Roma llegaron dos peregrinitos pa que los case el Papa porque son primos».

Pues bien, la Papisa Clara Ponsati se refirió a que aquello fue el farol de un póker. Ningún miembro del sacro colegio cardenalicio lo impugnó. Ni siquiera el hombre de Berlín. La feligresía, un inmenso colectivo de tragaldabas, simuló no haberlo oído. Cuando se está instalado en el mito cuesta mucho trabajo reconocer que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos. Se empieza reconociendo que aquello fue un farol y se acaba asumiendo que fue un gatillazo.

2.--  Dentro de unos días se celebrarán la Conferencia programática de Esquerra Republicana de Catalunya y un importante encuentro del PDeCat, socios y sin embargo adversarios. Nuevas y obscuras golondrinas volverán a poner sus nidos en el balcón de la casa de Bécquer y nuevas metáforas aparecerán en la literatura soberanista. Es posible, no obstante, que se opte por las triquiñuelas del barroco, que siempre ayudan a lavar y guardar la ropa. El barroco como técnica para evitar los socorridos sambenitos de la traición. El barroco con la idea de dar consistencia al aforismo del filósofo de Ocata: «No conviene ser demasiado exigente con uno mismo para evitar defraudarse» (1).

De ambos encuentros saldrán, tal vez, ciertos indicios que mostrarán las diferencias entre ERC y el PDeCat y de ambas con el hombre de Berlín. Así pues, la cosa va más lenta que el caballo del malo. Reconocer que no existe el infierno le ha costado a un papa veinte siglos. 

   1)    Gregorio Luri: Aforismos que nunca explicaré a mis hijos (Ed. La Isla de Siltolá, Sevilla 2015)

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