Ayer
pirómano, hoy bombero. Este es Artur
Mas, el hombre de los recortes en serie. Que como tiene ojos para ver y
oídos para escuchar ha caído en la cuenta de que algo va cambiando en España en
la última semana. Ayer organizó el incendio catalán, hoy toma la manguera con
la idea de apaciguar los ánimos: el independentismo debe alterar su estrategia
tras el giro de Sánchez en torno a Cataluña.
No
es una cuestión de astucia, sino de haber calibrado, al menos aproximadamente,
la correlación de fuerzas. Y algo más: Artur Mas ha sufrido una doble derrota.
Sus objetivos no se han cumplido y ha sido desplazado al gallinero del teatro
por el hombre de Berlín y sus franquicias. Artur Mas ha sido derrotado por ese
grupo de becarios que él mismo acunó en sus faldones: el alguacil alguacilado.
Con todo, el aviso de Mas a los suyos tiene su importancia. En realidad es una
advertencia al sector empecinado, que hoy por hoy tiene el bastón de mando.
¿Cuáles
son las señales que detecta el sedicente astuto? El giro de 180 grados del
gobierno de Pedro Sánchez con el objetivo de
rebajar la tensión en Cataluña, que está en las antípodas del marianismo. Es la
desautorización de la doctrina Bilardo,
el pendenciero entrenador argentino: «Al enemigo ni agua». Son también las
señales que emite El País, ahora en
las manos prestigiosas de Soledad Gallego-Díaz, por ejemplo en la editorial de hoy, que
va escardando los jaramagos de la época anterior, y que dure.
Artur
Mas –ayer pirómano, hoy bombero-- ha
tomado nota de las señales que está emitiendo el nuevo gobierno español: la
recuperación de la sanidad universal, la apertura de expedientes sobre el caso
de Billy El Niño y el
traslado de los restos de Franco
fuera del Valle de los Caídos, la acogida de los migrantes del Aquaryus. Decididamente,
esta no es la España con olor a pies del marianismo. Artur Mas lo sabe; sus
ahijados están incómodos con tales señales. Y muy cómodos con Ciudadanos.
Albert Rivera --«pisálo,
pisálo, al enemigo ni agua»-- ha tirado
de las peores recetas del vademécum de la derecha carpetovetónica: debe cambiar
el porcentaje de voto de la ley electoral para obtener escaños en las Cortes.
Justamente lo que están buscando los acaparadores de agravios. Por lo que me
malicio que el tal Rivera quiere que no escampe el temporal.
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