Al independentismo se le ha
helado la sonrisa cuando ha comprobado que el Estado no es un convento de
ursulinas. Ya lo dijeron Maquiavelo y Hegel, pero los grupos dirigentes del
pueblo santo se hicieron el sordo. Peor todavía, a ciertos grupos les ha salido
la sonrisa de hiena y sacado lo peor de sus adentros. Desde este mismo blog
alertamos de la emergencia de una nueva pulsión: los gritos en demanda de
auxilio a Terra Lliure
de parte de grupo de manifestantes en la última manifestación barcelonesa. No
bastaban, pues, las sonrisas, era preciso volver a las pistolas de Terra
Lluire.
Lo que viene a cuento porque un
grupo de alguna franquicia de asimilados a Terra Lliure, o esta misma
organización, ha colgado en todo lo alto de un puente de la carretera de Tona a
Vic unos monigotes que simulan ser ahorcados por votar a los partidos adversos
al independentismo. No, de ninguna de las maneras; no son sonrisas todo lo que
reluce en el independentismo. Ahora se ha pasado al linchamiento, que ya no
está físicamente en las llamadas redes sociales. Está físicamente en la
realidad como aviso macabro.
De momento ninguna formación
política independentista ha dicho oxte ni moxte sobre los linchamientos. No hay
que desanimar a nadie si se quiere hacer un pleno el día 21 de diciembre. Todo
es válido para poner en tensión la escatología: desde las sonrisas de las
ursulinas hasta la acción asesina de los escuadristas. Ahora bien, si alguna de
estas fuerzas políticas agradecidas dijeran algo sobre el particular sería cosa
de analizar bien lo que digan. Peligro de decadencia en Cataluña. De decadencia
moral.
Radio Parapanda:
Habla
Manuel Gómez Acosta, candidato
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