lunes, 18 de diciembre de 2017

Puigdemont: legitimismo de boina roja y cantimplora de ratafía



La Assemblea Nacional Catalana (ANC) es sin lugar a dudas un importantísimo movimiento y organización de masas. Con una palmaria capacidad de movilización. En buena medida ha puesto en marcha la capilaridad y popularidad del independentismo. Apareció con una aparente autonomía de los partidos secesionistas, que la misma ANC repitió ad nauseam.  Carme Forcadell y Jordi Sànchez han sido sus dirigentes más representativos. Ambos han sacado rentabilidad política de su paso por la ANC. Ella en Esquerra; él en la lista de Puigdemont. Nada que objetar a ello.

Ahora bien, este movimiento-organización nos ha deparado una sorpresa en plena campaña electoral. Ha escrito que la única opción válida para presidir y formar el nuevo gobierno es la de Puigdemont (1). Exactamente lo mismo que dicen el hombre de Bruselas y sus escribidores. Los rancios olores del legitimismo vuelven desparpajadamente a la escena. El viejo carlismo rural –boina roja y cantimplora de ratafía--  frente a las reglas de la democracia. Sin tapujos.

La chocante formulación de la ANC es, en primer lugar, la expresión de la lucha sorda entre sus banderías políticas como expresión del abierto conflicto entre Junqueras y Puigdemont. La solución de ese contencioso no es el recuento de los votos sino el legitimismo, la auto referencia. De ahí observamos la aparición de una novedad: el procés, que pretendía ser el utillaje unitario de la sociedad catalana, se está convirtiendo en un artefacto de desagregación, de cesura interna. Con repercusiones evidentes ahora y en el medio plazo.

Pero hay algo más. Y más importante. El legitimismo –boina roja y cantimplora de  ratafía--  de la ANC apunta también, y sobre todo, a cualquier candidato a la presidencia de la Generalitat, sea  o no independentista. No es, por tanto, sólo un litigio entre Puigdemont y Junqueras, sino contra todas las formaciones políticas. Contra la democracia, más en concreto. La democracia sólo es aceptable, según la ANC, si sirve a los intereses que esta tiene por conveniencia. O, lo que es lo mismo en este caso: se aceptarán los resultados electorales si se mantienen en la fe de Dios Padre Puigdemont, de Dios Hijo Jordi Sànchez y de Dios Espíritu Santo la Assemblea Nacional Catalana. Bajo el himno de «Santo, Santo, Santo es el Señor». Que son parte de los ingredientes de un intento de Estado corporativo.





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