sábado, 30 de diciembre de 2017

Urkullu avisa a Puigdemont




El lehendakari del gobierno vasco, Iñigo Urkullu, ha señalado en una entrevista en Radio Euskadi, refiriéndose a la permanencia de Carles Puigdemont en Bélgica, que “no se puede pensar” en dirigir un “país” desde “la acción telemática, vía internet”. Lo que dice Urkullu es de cajón. En todo caso es una profunda y radical desautorización del hombre de Bruselas. El cogotazo es, pues, de bigote. Tres cuartos de lo mismo están diciendo –vía twitter y otros piquetes postmodernos de militancia independentista--  no pocos de los que han compartido el itinerario confuso de Puigdemont en los últimos tiempos.

Y sin embargo el hombre de Bruselas no entiende estas obviedades. Ni tampoco sus aguerridos parciales que proponen la investidura por «vía telemática». A decir verdad, confunde el patio de vecindones de las llamadas redes sociales con el Parlamento. No conviene apresurarse, pero tal vez la explicación del comportamiento del ilustre fugado pueda estar en que tiene oxidados algunos tornillos de su cabeza. En el caso de su lista parlamentaria, rebautizada con el nombre de Junts per Catalunya, la razón podría ser ésta: política de resistencia frente a Esquerra Republicana. Porque, en efecto, tanto unos como otros, se juegan mucho en esta legislatura. A saber, en qué manos estará la dirección institucional y política del procés:  o más de lo mismo o poner la independencia al baño María. O seguir con diez cañones por banda con o sin viento en popa a toda vela o disfrazarse de chinchorro para no infundir sospechas. De los primeros habrá que decir que ni se sienten concernidos por la potencia del Estado ni les importa un comino los reiterados pronunciamientos de la Unión Europea ni, menos todavía, la atenta vigilancia del Departamento de Estado. De los segundos podría decirse que tienen como referente a aquel cuarto Enrique francés al que se le atribuye su famoso «París bien vale una misa». Es decir, la presidencia de la Generalitat bien merece dejar de ser hugonotes y simular que somos católicos. Independencia al baño María. Con lo que Esquerra se plantearía hacer política, dejando al hombre de Bruselas a la intemperie de su ensoñación. Que Esquerra se decida a hacer política es una (deseable) hipótesis, que Puigdemont mantenga su pirotecnia se aproxima a la certeza.


Esta noche tenemos nuevos fuegos de artificio: desde la ciudad de las coles Puigdemont se dirige a Cataluña en su calidad de presidente, TV3 mediante. En todo caso recuerde el caballero la canción de L´emigrant: «Dolça Catalunya, / pàtria del meu cor, / quan de tu s’allunya / d’enyorança es mor». Letra de Mossèn Cinto; música de Amadeu Vives, sí, el de doña Francisquita. O sea, Puigdemont puede morir de añoranza. Cosa que no le deseamos; preferimos que tenga larga vida al frente de la confitería familiar con el embrollo mental imprescindible para llevar un negocio.


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