domingo, 17 de diciembre de 2017

El voto ya no es lo que era



Hablando con amigos, conocidos y saludados sobre la orientación de voto en las próximas elecciones catalanas percibo una novedad. O, al menos, así me lo parece. Pero antes séame permitido un breve inciso. Por lo general no pocos de ellos siempre habían votado al partido con el que coincidían en tal o cual medida. Digamos que era un acto de adhesión directa hacia el partido. De cada cual al partido. Por supuesto, ese consenso podía tener diversas explicaciones: ideológicas, políticas o simplemente personales, históricas o recientes… Digamos, pues, que esa manera de votar es la convencional. La de toda la vida.

La novedad que percibo va en otra dirección: van a votar al partido que coincide con ellos. La relación ahora es al revés: del partido a la persona en cuestión. Es decir, la naturaleza del voto tiene ahora un itinerario que, por así decirlo, es inverso. No sé si es extrapolable o no. Y si lo es, hasta dónde. Me limito a señalar una impresión que se refuerza, más todavía, ante la cuestión independencia sí o no. Y especialmente he visto que aparece en el sector anti independentista. En cierta medida es una reacción más o menos similar a la del independentismo: se vota preferencialmente al partido que tensiona más la cuerda en esa dirección.


En resumidas cuentas, independencia sí o no es el programa a palo seco. Lo que, en ambos casos, significa una crisis de proyecto. Porque es sabido que una cosa es el programa y otra el proyecto, digno de ese nombre. Minimalismo político, tal vez lógico en esta coyuntura, pero francamente reduccionismo político. O, si se prefiere, cuarto y mitad de política. 

No hay comentarios: