domingo, 10 de diciembre de 2017

Miquel Iceta bailando como Fred Astaire




Marta Rovira, la dama triste de ERC, ha echado en cara a Miquel Iceta que bailara mientras estaban en la cárcel algunos dirigentes políticos catalanes. Sancta simplicitas!  El tito Wyoming dio en la tecla: «Señora, esto es una campaña electoral no un  funeral».

Todavía no me explico por qué no se puede bailar en esas circunstancias. Y no entiendo por qué Iceta no puede darle alegría a su cuerpo, incluso si Junqueras y sus amistades permanecen, desgraciadamente, en prisión. A menos que no se vea la diferencia entre un velatorio y un litigio electoral.

Esto me lleva a recordar una anécdota de cuando celebrábamos el Tercer Congreso del PSUC en Lisieux (Normandía) a finales de 1972. Los camaradas franceses nos prepararon una magnífica cena de Nochevieja. En una mesa departíamos alegremente Gregorio López Raimundo, Josep Serradell (Roman), Miguel Núñez, un camarada de Mataró (al que llamaré AV) y un servidor. A media cena me dice AV cuchicheando: «Oye, ¿no te parece poco serio que os estéis atracando de ostras mientras los yanquis sueltan toneladas de bombas en Vietnam?». Pegué un puñetazo en la mesa y granadinamente le dije a AV: «Oye, malafollá, cada domingo te atracas de ostras en can Dimas y ¿ahora me dices eso a mí, que en mi puñetera vida he comido ostras?». Gregorio, que ya estaba un poquito sordo, no oyó nada. Y siguió a lo suyo. AV olvidó lo de las bombas y casi nos deja marisco a los demás comensales. Toda una sensata aplicación del materialismo dialéctico.  

En resumidas cuentas, también en el gran PSUC había algunos chuchurríos. Y es que la malafollá siempre estuvo –de hecho lo sigue estando--   desigualmente repartida. Y es que hay quien se empeña en acumularla. Cosas de los tristes.

Apostilla. Mientras la dama triste se mete con Fred Astaire, el hombre de Bruselas le va soplando el cogote a Esquerra. Coste de oportunidad.






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