sábado, 23 de diciembre de 2017

¿Qué les ha pasado a los Comunes?



Ayer hablábamos de temblores de tierra en Cataluña. Mencionamos de refilón el de los Comunes. Ha sido una derrota sin paliativos tanto en Barcelona como en el conjunto de Cataluña. La formación de Colau no ha ganado en ningún barrio; su mejor resultado ha sido en Marina – Zona Franca donde ha quedado en cuarto lugar. Tres cuartos de lo mismo ha sucedido en el resto de Cataluña. El tándem Doménech – Colau no ha funcionado.

La explicación que da la mayoría de los analistas políticos es que los Comunes se han visto emparedados entre la Escila de los independentistas y la Caribdis de sus contrarios. Pero esta es una explicación superficial. La más aproximada, en mi opinión, es que los Comunes no han construido un mensaje (logos) rotundo que les indentificaran como fenómeno instantáneo. Entiendo como «fenómeno instantáneo» la identificación que cualquier persona, en todo lugar, sabe que una determinada forma de la letra M se corresponde con el MacDonald o un tipo de botellín concreto es percibido instantáneamente con la Coca Cola. No ha existido eso en el caso de los Comunes. Y, por ello, han sido deglutidos por los de Anás y los de Caifás, que han pugnado ad nauseam por el esquemáticamente publicitario del o ellos o nosotros, siendo reconocibles instantáneamente los unos y los otros. Ahora bien, no era posible un logos claro porque la composición cultural y política de los Comunes lo impedía: soberanistas, anti independentistas, federalistas y confederalistas no posibilitaban una síntesis constructiva capaz de proponer una expresión clara. Con lo que la solución a ese revolutum fue una elipsis que el electorado tendría que interpretar trabajosamente, justamente cuando precisaba una rotunda claridad expositiva.  

El grupo dirigente de los Comunes no ha sido capaz de ser el sastre que enhebrara los diversos retales de la organización. Bien porque no fuera capaz o porque, en esta ocasión, no era posible. Pero, en todo caso, es claramente responsable de sus meandros políticos: hoy digo una cosa y mañana ya veremos; mañana se hacía y decía lo contrario. En cualquier caso, el grupo dirigente sí es responsable del ninguneo y, sobre todo, despilfarro de no pocos cuadros políticos, especialmente de los procedentes de Iniciativa per Catalunya. Despilfarro mayúsculo en el caso de Joan Coscubiela. Y de otros.

¿Cabe en alguna cabeza sensata que Coscubiela no figurara como primero de cartel en estas elecciones? Cierto, sabemos que este dirigente, tras su famoso discurso en el Parlament de Catalunya, decidió irse a su casa. Pero, ¿no era esa la decisión personalmente lógica, tras el silencio del grupo dirigente en el enfrentamiento de Coscubiela con la minoría de diputados tras el referido discurso? Silencio y sobre todo encogimiento de hombros. Ni Coscubiela ni Fachín. No entre dos aguas, sino en ninguna. 

Los Comunes, así las cosas, se encuentran en una doble crisis: crisis de proyecto y crisis de liderazgo.


Mañana, si estamos en forma y el tiempo lo permite, hablaremos de los socialistas. De entrada, un anticipo: entre los socialistas y los Comunes el retrato sinóptico del Parlament es que hay menos izquierda. 


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