jueves, 19 de agosto de 2021

Terror en Afganistán


 

A estas alturas de la vida hay pocas cosas de que sorprenderse, son habas contadas. Pongamos que hablo de Afganistán. Un conflicto que viene de antañazo, un grano en el culo de aquella parte del mundo. En esta nueva catástrofe afgana se ha demostrado, una vez más, la pusilanimidad de la Unión Europea, el estrabismo de Putin, el «esperar y ver» de China y la calamitosa política norteamericana. Sorpresas, pues, ninguna. Cada cual apacienta el rebaño de su parroquia con estilo patriochiquero y al mundo que le den por do amargan los pepinos.

Francesc Peirón, corresponsal de La Vanguardia en Nueva York, informa que «Biden hizo caso omiso de los informes que le avisaron del peligro talibán». Con toda seguridad el presidente era consciente de que aquello tendría un desenlace rápido y fatal. ¿Por qué no hizo caso?  Porque le convenía, según él a los intereses de Estados Unidos, sean estos los que fueren. Pero las cosas no están tan claras porque el mismo corresponsal explica que el general Mark Milley no recibió el colapso del ejército en once días». Confusión organizada a cosica hecha. 

Conclusión: paseíllo militar, los talibanes se hacen con el país en menos que canta un gallo y empieza la represión. Las primeras,  las mujeres.

Eso sí, en la ONU han hecho una nota de prensa «muy dura».

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