domingo, 20 de junio de 2021

Los «cómplices» de Pedro Sánchez


 

Tengo para mí que los actuales dirigentes de las derechas actuales son la peor especie que se ha dado a lo largo de la historia de España.  No es que los conservadores y reaccionarios domésticos tengan motivos de objetivo reconocimiento de sus líderes históricos, pero –sólo por poner un ejemplo— los de ahora están a muchos años luz de los Cánovas y Maura. Que eran de la derecha pata negra, pero con un notable sentido de la política y una sólida formación intelectual. Por supuesto, contra ellos se confrontaron nuestros mayores.

Casado, Arrimadas y Abascal –con todo su séquito de priostes--  conforman un grupo de dirigentes políticos de sus respectivos partidos con una bajísima formación intelectual; no han tenido un cursus honorum que les proporcionara un aprendizaje político solvente y, peor todavía, con una escasísima o nula vida profesional. Nadie recuerda haber encargado a Casado y Arrimadas que les llevara un caso en los tribunales y, menos todavía, tampoco nadie conoce qué trabajos de sociología ha hecho el jefe de Vox. Entraron en el coche oficial de muy jóvenes y siguen sin pisar el duro asfalto.

Es cierto que la derecha española se caracterizó, salvo pocas excepciones, por su torpeza, pero los de ahora son la más exacta expresión de la alogia. Casado, por ejemplo, además de sufrir dicha patología es una muestra de consolidada estupidez, o sea, la torpeza o falta de entendimiento para comprender las cosas, que así entiende la Docta la condición de estupidez.

Este es un botón de muestra. Casado y sus arrieros vienen insistiendo desde hace años que Pedro Sánchez está aislado. Ahora, con motivo de la concesión de los indultos, el dirigente del PP dice simultáneamente que Sánchez está solo y con una serie de cómplices: la Iglesias, los empresarios y los sindicatos. «Era de noche y sin embargo llovía», un extraño constructo que repetía mi padre, Pepelópez, para ver cómo reaccionaba su interlocutor. (Súperala esa, Wittgenstein).

En resumidas cuentas, con estas derechas están aseguradas la permanente algarabía tóxica y la confrontación sistemática sobre todo. Hemos pasado de la política de don Tancredo Rajoy a la del griterío de la derecha donde  la premisa mayor no tiene nada que  ver con la menor, ni ambas con lo que se presenta como conclusión. El silogismo del cornudo tiene más entidad que la cacolexia (dispensen el palabro) de Pablo Casado.

 

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