El
flamante presidente de la Generalitat, Pere Aragonès García, ha peregrinado a Waterloo a visitar a su
inquilino subvencionado, Carles
Puigdemont, cuando parecía que ERC iba dejando cuarto y mitad de su confusión política. Tengo
para mí que este gesto es un puro disparate, incluso para los propios intereses
de los Aragonès. Más todavía, esa visita devalúa el nivel institucional de la
presidencia de la Generalitat. Porque, puestos en la lógica independentista, la
visita podría tener sentido en un terreno que no fuera Waterloo. Por lo que,
como no se trata de error de protocolo, hemos de pensar que, tal como se ha
dado la visita, la cosa tiene una intencionalidad política. Incluso a costa,
como decimos, de aparecer Aragonès como alguien que parte a rendirle tributo.
Pero
es, sobre todo, un gesto contraproducente, porque da cuartelillo a quienes se
muestran decididamente contrarios, reticentes o a la expectativa del indulto. Al tiempo que resta
valor a las declaraciones de Oriol
Junqueras sobre la declaración unilateral que no es «ni viable ni
deseable». O acaso tendremos que acostumbrarnos a que, cada vez que ERC, fije
una anomalía venga a continuación un ex abrupto en dirección contraria.
Aunque
también podría ser –son las apreciaciones de un mirón de la coyuntura-- que a ERC le molestara o inquietara que en
España –más allá del Ebro famoso-- hay
personas significativas que quieren solucionar los problemas y, por eso, apoyan
(con mucho, poco o regular entusiasmo) los indultos.
O,
también podría ser, que a Aragonés no le sienta bien el traje y sus atalajes de
presidente de Cataluña. O que ERC se inquieta por haber perdido durante unos
días su condición de partido más confuso de Europa.
Nota
bene.— Desmiento tajantemente que yo haya dicho, como alguien me ha atribuido,
que durante la entrevista de Puigdemont con Aragonés, el primero le dijera al
segundo: «Cuando seas padre comerás huevos».
Blogosfera.--
Ha
salido Pasos a la Izquierda, número 22. https://pasosalaizquierda.com/
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