miércoles, 7 de abril de 2021

Puigdemont, tocomocho digital


 

Que el hombre de Waterloo acabara siendo todo un sacamantecas es cosa que algunos ya habían comentado. Carles Puigdemont necesita pagar muchas facturas pasadas y presentes. Las ayudas institucionales directas e  indirectas, ´la fiscalidad patriótica´  y los sablazos a una parte de la feligresía –nos dicen voces informadas— no llega lo suficiente para tapar tantos agujeros. De la alcancía de Waterloo sale más de lo que entra.

Con lo que Waterloo y sus espoliques han ideado otra martingala para hacer caja. Se trata de una «Identidad digital catalana», una especie de achicoria del documento nacional de identidad. Costará entre 6 y 12 euros, incrementándose la ´angustia solidaria´  de la feligresía independentista que cotiza por cada chiringuito con apariencia de «estructura de estado» catalán.  Lo que hace años era ´fatiga impositiva´ se ha ido convirtiendo, tras la multiplicación de los panes y los peces que repartir tras el fracaso del procés, en angustia, ´angustia impositiva´.

La identidad digital catalana –entiendo cada palabra por separado, pero no me cuadra qué quiere decir exactamente el constructo--  sirve, pues, para mantener a Waterloo –concretamente al llamado Consell nacional per la república catalana-- y sus gastillos. Porque, como es sabido, nada es gratis, ni debe serlo. Ahora bien, algo hay que darles a cambio a los donantes. Con lo que los pedigüeños alcabaleros de Waterloo han establecido este do ut des: «votar y participar  como ciudadano en el registro republicano del Consell, reportando beneficios de consumo estratégico, entidades sociales, medios y clubs». Pregunta: ¿dónde se instalará tan abigarrado economato? Por lo que se ve, la grotesquez campa por sus respetos en las filas de Waterloo.

Ahora bien, afirman los recaudadores de estas alcabalas que todavía –todavía, no lo olviden— no se puede tramitar nada de ello –tampoco se dice qué es ´ello´-- a través de la Generalitat, porque esta sigue siendo autonómica. De manera que para ir al economato de esos sedicentes ´consumos estratégicos´ hay que esperar al advenimiento de la república catalana. No es una novedad, Toñico Comín, la mano derecha del hombre de Waterloo, lo dijo un día con rotundidad: «En Cataluña hay listas de espera, porque no somos una república».

 

Punto final: los antiguos salteadores de caminos se han transformado en salteadores digitales. Tocomochos 4.0.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», decía don Venancio Sacristán.

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