viernes, 16 de abril de 2021

El comisario Villarejo y los altos negocios


 

Conmoción en cien mil leguas a la redonda: Antonio Brufau, presidente de Repsol, e Isidre Fainé, presidente de la Fundación de la Caixa, han sido imputados por el juez García—Castellón. Lo que le faltaba a Cataluña para seguir estando en coplas; pocos éramos y parió la abuela. La justicia les está investigando por creer que, en esos establos de Augiás que maneja el comisario Villarejo, Brufau y Fainé podrían tener las manos llenas de inmundicia.

Lo primero: sólo por protocolo –y, de paso, nos ahorramos dolores de cabeza— diremos que les asiste la presunción de inocencia. Lo segundo: de toda esa descomunal tramoya se desprende la relación entre el parné clandestino y el que circula legal o con apariencia de ella. Lo tercero: el caso Villarejo alcanza, con estas novedades, un mayor diapasón en el vínculo entre la política oscura y los altos negocios.

Y de estas consideraciones de urgencia sacamos las siguientes insinuaciones. 1) Los negocios en donde Bufrau y Fainé se andan desprenden aquel célebre olor de ácido clorhídrico, que los libros de Química comparan con el de los huevos podridos. 2) Tan tremendos tejemanejes financieros indicarían las dificultades para una política de regeneración en España. (Curiosamente hace tiempo que no escuchamos ni leemos a la política mentar el regeneracionismo. Quienes  empezaron a hacerlo fueron abandonando ese lenguaje y, de ahí, fueron perdiendo plumas electorales). 3) Bufrau y Fainé, personalidades a quienes se les atribuía un talante moderadamente centrista, podrían ser arquetipos de las enormes dificultades de que en España pueda abrirse una derecha ilustrada, honesta y responsable.

Así pues, Repsol está en coplas no sólo en Madrid, «castillo famoso»; a estas horas las televisiones de medio mundo están con ese triquitraque; si Fainé está señalado, Cataluña demostraría que sus próceres no alertaron del procés, porque iban a ´lo suyo´ enfangados en operaciones de alta toxicidad.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», mensaje de don Vicente Sacristán que Brufau y Fainé no quisieron escuchar nunca.

 

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