La
mayoría de las asociaciones de la carrera judicial se está convirtiendo en una
nueva guilda o –para decirlo con mayor precisión-- en un partido cuyos objetivos son
estrictamente alimenticios y de corrosión de la política convencional. Nada les
autoriza a ello; su papel está fijado con claridad meridiana en los textos
legales correspondientes. Las asociaciones de jueces, hecha la excepción de la
progresista, se lo están pasando todo por la cruz de los pantalones. Es la
mutilación del barón de Montesquieu.
Hace
años que el Consejo General del Poder Judicial tiene caducado su mandato. El Partido Popular se niega obstinadamente a negociar la obligada renovación, porque entiende que
las relaciones de fuerza y poder en el Consejo les son favorables. Sus aromas huelen
a Calomarde y a sus
cofrades apostólicos. Ante el retraso el CGPJ hace la puta y la Ramoneta en su
versión carpetovetónica. Pero especialmente no le llama la atención al PP que
se ha venido negando a negociar los componentes del Consejo.
Comoquiera
que el gobierno considera inaceptable que siga el mandato del agotadísimo
Consejo General ha planteado un proyecto de ley para proceder a la renovación. Y aquí se ha formado la
batahola: las togas caducadas y las mugrientas puñetas arman el quilombo. Que
se traduce en una especie de amonestación al gobierno por querer llevar al
Parlamento un proyecto de ley. El Partido Judicial lleva tiempo entrenándose en
estas zahúrdas.
Y
para rematar el clavo idean algo parecido a lo que hiciera algún partidillo
político de tres al cuarto: enviar una carta a la Unión Europea criticando la
reforma que ha sido aprobada por las Cortes. Ellos, pirómanos, encienden la
mecha y llama a la Unión para que haga de bombero contra Pedro Sánchez. Don Bartolo de
Sassoferrato los pondría en fila a todos ellos y, diezmándolos, enviaría
a uno de cada diez de ellos a cinco años de apostolado en Somalia.
Con
todo, no queda otra que aprender a convivir con esa costra judicial; eso sí,
vigilada y controlada por un renovado Consejo General del Poder Judicial.
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes», parece decirle don Venancio
Sacristán a los rábulas del Consejo General del Poder Judicial, costra de chimenea, o sea, tutía.
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