Ya
conocen ustedes el resultado de la encuesta del CIS que han publicado los
medios. Tiempo tendré de comentarlo. De momento sólo se me ocurre una opinión
provisional: no me gusta lo que veo. Cierto, no hay motivo de alarma, pero sí
tengo un cierta inquietud en el cuerpo.
Es
una desazón que se une a la que me asalta por la repetición de los desacuerdos
en el seno del gobierno entre la
componente socialdemócrata y la podemita. Y lo más desacertado es que se
insista en publicitar tales desencuentros. De donde podría inferirse que
interesa más la publicitación de dichos desacuerdos que el desacuerdo en sí.
Sabíamos
que no iba a ser fácil el entendimiento entre la vieja cultura socialdemócrata
y la novicia práctica de Podemos;
he dicho Podemos porque me cuesta trabajo creer que Izquierda Unida quiera ser tan echá p´alante.
Pero una cosa son las dificultades para enhebrar unas relaciones complejas y
otra, bien distinta, es empecinarse en que los desencuentros han de airearse,
no en aras a la transparencia sino como una característica de ´marcar
territorio´. Se trata de una pugna a ver si se camela a doña Correlación de
Fuerzas, una dama poco dada a componendas.
De
ahí que, a estas alturas, pueda decirse que no se trata tanto de inexperiencia
de gobiernos de coalición, sino de una manera de entender cómo debe ser el
gobierno de coalición. Una manera totalmente desafortunada. Y, sobre todo,
perjudicial. Que incluso ha sobrepasado ciertos límites: Pablo Iglesias el Joven llama a sindicatos y otras
organizaciones a presionar al gobierno para que haga lo que él piensa
indispensable. ¿Tan
imperiosamente necesario era hacer público ese llamamiento? Por otra parte, el dislate
se acrecienta porque cabe la posibilidad de que los sindicatos respondan así:
«Oiga, usted, no me meta en sus litigios. Nosotros somos ya mayorcitos para
saber qué nos conviene».
Este
salto ´negativamente cualitativo´ --airear los desencuentros y llamar a que
otros ayuden a presionar-- da una
imagen, en primer lugar, de crispada impaciencia de Iglesias y, en segundo
lugar, de fragilidad de todo el Gobierno.
De
persistir en esa técnica –puro cadornismo, podría decir Paco Rodríguez de Lecea— podríamos concluir en que Iglesias le
interesa seguir en el gobierno, pero tensando la cuerda con la idea de
debilitarlo y, así las cosas, ser más necesario.
Puro
cadornismo: tuerto yo, ciego tú. De momento la encuesta que hemos conocido hoy
a quien penaliza más es a Unidas Podemos. Por lo que más bien se trata de ciego
yo, tuerto tú.
A
todo esto hemos llegado a can Ruti. Tres cuartos
de hora de viaje desde Pineda de Marx. Ningún atasco.
Me
permito una sugerencia: vean –la tienen en la 2 de tve— la película Tormento, siguiendo
la novela de don Benito del mismo nombre.
Magníficos Ana Belén, Concha
Velasco y don Paco Rabal.
Post
scriptum.--- Don Venancio Sacristán, ahora más necesario que nunca: «Lo primero es
antes».
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