jueves, 17 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (27)


 

Los dirigentes de Unidas Podemos deberían leer el artículo que un criterioso Paco Rodríguez de Lecea  publicó ayer (1). Sus observaciones nacen de su afecto a dicha organización y al deseo de que el gobierno progresista tenga larga vida. Coincido con él.

No es fácil, en efecto, ser un socio minoritario en un gobierno de coalición. Y lo es menos cuando la mayor parte de los dirigentes están enfrascados en las tareas de gobierno y las actividades parlamentarias. Un quehacer que atrapa. No es fácil, repetimos. De ahí que a Unidas Podemos le falten sensores para conectar con el humus social. Está metida sólo en el Palacio. O Unidas Podemos se preocupa de hacer organización –del bíblico «creced y multiplicaos»--  o no tendrá los necesarios fundamentos para ejercer sus responsabilidades políticas en cada lugar concreto y, así las cosas, acompañar sensatamente la acción de gobierno. En concreto, el desafío de Pablo Iglesias el Joven es, entre otros, corregir las características movimientistas de su organización.

Por otra parte, tengo para mí que su línea de conducta de los últimos tiempos –esto es, favorecer exageradamente la presencia política de Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya— no les proporcionará réditos electorales por el hecho de que está dando un aliento gratuito a sus principales competidores. De ahí que «la táctica elegida por la formación [Unidas Podemos] es tensar la cuerda (más bien, dar tremendos tirones) para presentar a los ministros propios  como los “buenos” …» (2), es mala cosa. De manera que, por un lado, se exhibe junto a sus competidores y, de otro lado, achucha desmesuradamente a sus socios de gobierno con los que no compite, al menos por ahora.

Llegamos a la altura del peaje de la autopista de Arenys de Mar. Me doy cuenta de que he olvidado la mascarilla en casa. El conductor me regala una de esas de pico. Y saco precipitadamente esta conclusión: quien tiene pocas preocupaciones, como es mi caso, se olvida de las cosas más importantes.

Joan Laporta, nuevamente candidato a presidir el FC Barcelona, debe tener muchas preocupaciones en la cabeza. De ahí que no haya olvidado que podría serle rentable poner una pica en Madrid, a la vera del Santiago Bernabéu. Ha colocado su foto con tanta estridencia como la famosa bandera de Bono en la plaza de Colón. Astracanada, han dicho algunos. Es posible, pero yo hago mis propias conjeturas.

Lo nuevo en el mensaje de Laporta  no es principalmente el colosal tamaño, megalómano, sino el hecho de hacer la propaganda en la ciudad. No es, se diría, una propaganda deportiva sino de urbe. Es como quien dice que su concepto del Barça es el de un sujeto plenamente político. Laporta ha tensado lo de «més que un club» con un diapasón de naturaleza política y, en este caso, independentista. Justamente en unos momentos de deshilachamiento del procés.  Precisamente en unos momentos tan desfavorables para Waterloo como lo ocurrido ayer en el Parlamento europeo. Carles Puigdemont perorando sólo en la Cámara vacía quejándose de que en Europa no se decide nada y del déficit democrático de España. Y le digo al caballerete: «De te fabula narratur».

Conclusión provisional: Waterloo ya no es rentable ni siquiera a los suyos. Nadie en Europa está interesado en lo que dice.

Me quedan solo diez viajes al Hospital. Que nadie le tenga miedo al tratamiento de radioterapia. La cosa ha avanzado mucho.

 

Post scriptum.---  «Lo primero es antes», según don Venancio Sacristán.

 

1)   COMPARATIVA ENTRE LAS NUECES Y EL RUIDO

 

No hay comentarios: