lunes, 10 de junio de 2019

CHina y los independentistas catalanes




El independentismo onírico tiene entre sus dirigentes políticos algunos personajes que o bien están idos del colodrillo o son rematadamente ingenuos. Es el sector liderado por el hombre de Waterloo y, vicariamente, por su Enviado en la Tierra. Hace tiempo supimos que alguien, convenientemente autorizado, se había dirigido a Israel en demanda de financiación. Waterloo pensaba que sería coser y cantar.  Y así se hizo constar en los corrillos del independentismo onírico. De Tel Aviv no llegó ni un duro. De la comunidad judía tampoco. Es como si hubieran recuperado el famoso cartel de las tabernas de antaño, que diariamente anunciaba: “Hoy no se fía”.

El independentismo onírico es, en cualquier caso, tozudo. Paralelamente a las gestiones con Tel Aviv se hicieron otras tantas con China. En un documento secreto –al final en manos de la Guardia Civil, que ya no es caminera--  el independentismo solicita 11.000 millones de euros a los herederos de Mao para crear un banco central en Cataluña. Sorprende que oníricamente hayan ignorado las relaciones de Pekin con los nepalíes. Y, más todavía, ¿a santo de qué las autoridades chinas iban a echarle un cable a los independentistas catalanes, ya sean del sector onírico o del sector carne de membrillo? ¿Qué sacarían a cambio las autoridades chinas de esta operación? Algo chocante, desde luego. Unos mentecatos intentando convencer a una de las diplomacias más eficaces del mundo.

Waterloo sigue esperando. Ni viene parné de Israel ni de China. Ni de los Macabeos, ni de Fu Manchú. En todo caso, sí parece conveniente que preguntemos: “¿de dónde saca Waterloo pa tanto como destaca?”


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