miércoles, 16 de enero de 2019

El comisario Villarejo, Ministro de Defensa del BBVA




El comisario Villarejo es un personaje que los granadinos antiguos lo hubiéramos catalogado dentro de la gente del bronce: la cofradía de los pendencieros. A primera vista se diría que es un subproducto de los tiempos que corren. No obstante, se debería caer en la cuenta de que su actividad es parte esencial de las tradicionales relaciones entre las catacumbas del Estado y los poderes financieros. En todo caso, manteniéndose el asunto han cambiado las formas.

Por ejemplo, en la Florencia bajo medieval haciendo esquina con el primer Renacimiento hubo un desaguisado de luchas civiles –armadas hasta los dientes--  entre las distintas familias financieras por el control de la potente República, cuyo producto interior bruto era superior al de Francia e Inglaterra. Las familias multimillonarias de los Pazzi y los Médicis organizaron sangrientas revueltas para hacerse con los dineros, especialmente del Papado, y de toda la industria del ladrillo. Luchas, además, por representar –según dijo Dante--  a la «nueva gente y rápidas ganancias». Los Médicis se llevaron el gato al agua, un inmenso botín con el lema «Por Dios y los beneficios». El comisario Villarejo, hombre tosco y barriobajero, hubiera tenido poco porvenir en aquellas contiendas.

Sin embargo, el comisario ha tenido sus buenos momentos en los tiempos que corrían hace tres décadas. Una potente entidad financiera, el BBVA, de la aristocracia del parné--  le encarga un espectacular espionaje de personalidades de la vida económica, mediática y política españolas. La sombra de Mario Conde es alargada. En el fondo, se trata de hacerse con la mayor parte del control del mercado financiero. Francisco González, Pazzi redivivo, quiere saber qué tejemanejes se traen, a su vez, el Banco de Santander y Sacyr. En concreto, es una parte de la operación que quiere liderar la reestructuración de los sectores financieros.

El método ya no es –como en aquella sangrienta y gloriosa Florencia--  sino mediante la industria de los dossiers secretos. Los condotieros mercenarios han sido substituidos por miembros de la baja nobleza de Estado. Al frente de ellos está un comisario carajillero. Nuevos tiempos, nuevos personajes.  

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